En ese mismo sentido, el propio Ministerio de Asuntos Exteriores español describe cómo es la llegada de nuevos Embajadores a España y la presentación de cartas credenciales: (…) La ceremonia de presentación de cartas credenciales figura entre las más antiguas aún vigentes en el mundo y es uno de los actos más solemnes que se celebran en España. Sus orígenes se remontan al ceremonial borgoñón, que el Rey Carlos I decidió adoptar y que el Rey Felipe II estableció en 1562 en la corte española con la aprobación de las Etiquetas de Palacio [se refiere a "Etiquetas de Palacio. Estilo y gobierno de la casa Real que han de observar y guardar los criados de ella en el uso y exercicio de sus oficios desde Mayordomo mayor y criados mayores hasta los demas criados inferiores y funciones de la mysma Casa Real", ordenadas año de 1562 y reformadas por Decreto Real del 22 de mayo de 1647].
La revisión por Felipe IV en 1651 incluyó oficialmente la figura del “Conductor", que ya desde 1626 asumía la función de recibir, cuidar y agasajar a los nuevos Embajadores. Carlos III le atribuyó la competencia de “introducir" y presentarlos, pasándose a denominar “Introductor de Embajadores". Precisamente, del siglo XVIII data el formato actual de la ceremonia, concretamente del Reglamento de 1717 del Rey Felipe V. Muchos de sus componentes, fundamentalmente la berlina de gala y el “coche de París", se incorporan a lo largo del siglo XIX durante los reinados de Isabel II y Alfonso XII. Este último Monarca actualizó el ceremonial en 1875, distinguiendo a los representantes diplomáticos en función de su categoría conforme al Reglamento aprobado en Viena en 1815. A pesar de algunos cambios posteriores, esta ceremonia se ha mantenido prácticamente intacta en su desarrollo hasta nuestros días (*).
Según la historiadora Lobeto Álvarez, las Casas Reales europeas de época bajomedieval utilizaron el ceremonial como la puesta en escena de un programa propagandístico, responsable del traslado de la imagen que mejor podía convenir a la institución y que mejor se adaptaba a la cultura propia. Todas bebieron de la misma fuente: el ceremonial del Imperio bizantino, transmitido por el Imperio carolingio en Europa y el visigodo en la península ibérica. Los juramentos de homenaje y fidelidad, las coronaciones, las entradas reales, y todos los actos personales que al ser protagonizados por la figura del monarca adquirían carácter oficial -bautizos, matrimonios, muertes-, se celebraban a través de ceremonias en las que el uso de los símbolos y la precedencia acordada para el resto de los participantes en el acto se conjugaban del modo establecido en las ordenanzas correspondientes [2].
Y añade: La etiqueta borgoñona llegará a España en la época de los Reyes Católicos, pero no son ellos los que la traen sino Felipe el Hermoso, descendiente de Felipe III el Bueno [Duque de Borgoña (en la imagen superior)], y su enlace con Juana la Loca. En la ceremonia de consolidación de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, como Príncipes de Asturias, agasajará a sus suegros con un banquete borgoñón que impresionará positivamente a los Reyes, por lo ruidoso y festivo, tan diferente del uso castellano de las Coronas de Castilla y Aragón. (…) Carlos V, tras vencer en la batalla de Mühlberg en 1547, presentó a su hijo Felipe como su sucesor en los Países Bajos e instauró de forma oficial el protocolo borgoñón como el propio del Imperio español, al considerar que era el uso más correcto y adecuado para la alta categoría de sus representantes y la solemnidad que procedía en sus actos. Fue esta una decisión que repercutió en el estilo de ceremonial que iba a estar vigente en España en los siglos posteriores [2]; el denominado uso de Borgoña, ceremonial borgoñón, etiqueta borgoñona o Corte a la borgoñesa, según las épocas.
Antigua bandera de Borgoña |
Aquellas primeras ordenanzas destinadas a regir el gobierno de la casa de los duques de Borgoña nacieron en el siglo XI, tomando como base la etiqueta de Bizancio mandada redactar en el siglo X por Constantino X en el códice llamado “De ceremonias aulae bizantine” el cual, sirvió además como modelo para Occidente. (…) Gobernada desde el siglo XI por la dinastía de los Capetos y, más tarde por la dinastía de los Valois, Borgoña logró no sólo mantener su carácter acaudalado sino también su cultura; recordemos, como señala la profesora Albaladejo Martínez, que Borgoña, situada muy cerca de la franja oriental, heredó los usos y hábitos del Imperio Bizantino y, gracias a su creciente economía, la independencia política de la que gozó desde el siglo IX y su interés de propagar una imagen que se equiparara a la de otras cortes europeas de mayor rango, mantuvo a lo largo de los siglos estas tradiciones convirtiéndose en un referente desde el punto de vista de las costumbres [3].
Pierre P. Prud´hon | Glorificación del Gobierno de Borgoña (1786) |
Para concluir, las características fundamentales de este [fastuoso] protocolo eran, según el profesor Fernández Vázquez:
- Orden estrictamente riguroso: Cada procedimiento y modo de comportamiento estaban escritos, se sabía exactamente dónde se debía sentar cada persona, cómo se le servía y en qué orden...
- Existía una enorme corte de personalidades con funciones específicas de protocolo que debían cumplir estas normas con disciplina.
- La uniformidad en la celebración de los actos organizados en los distintos territorios que poseía el ducado. Se dictaminó que todas las ceremonias reunieran las mismas características, independientemente del lugar en que se organizasen (de esta norma surgió una de las pretensiones del Ordenamiento General de Precedencias en el Estado, de 1983, donde se establecen las disposiciones que deben aplicarse en el conjunto de territorios del Estado. Así, se aplican unas mismas normas protocolarias en las mismas circunstancias, aunque en autonomías diferentes) [4].
Citas: [1] DE YTURRIAGA BARBARÁN, J. A. Los órganos del Estado para las relaciones exteriores. Compendio de Derecho Diplomático y Consular. Madrid: Imprenta de la Oficina de Información Diplomática, 2015, p. 134. [2] LOBETO ÁLVAREZ, A. Mª. “Ceremonial borgoñón: un repaso bibliográfico”. En: Estudios Institucionales, 2024, vol. 11, nº 20, pp. 257 a 260. [3] ALBALADEJO MARTÍNEZ, Mª. “Fasto y etiqueta de la casa de Austria. Breves apuntes sobre su origen y evolución”. En: IMAFRONTE, 2008, nº 19-20, p. 11. [4] FERNÁNDEZ VÁZQUEZ, J. J. “Antecedentes históricos del protocolo y su influencia a través de la historia en los Estados, en la sociedad y en la política en España y Europa”. En: Anuario jurídico y económico escurialense, 2012, nº 45, p. 748.
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