Hoy en día, el Art. 1 del RHM de 2010 dispone que: Las Fuerzas Armadas son las encargadas de rendir honores militares a la Bandera de España, al Rey y a las personalidades, autoridades y mandos militares que se determinan en este reglamento. Y, a continuación, el Art. 2 regula la gradación de los honores que se manifestará por la posición de las armas y por la interpretación del himno nacional o de la marcha de infantes. En determinados casos también por el número de cañonazos y voces de «¡Viva España!»; es decir, los denominados saludos a la voz y al cañón. En concreto, el Art. 2.3 contempla una escala de hasta seis saludos al cañón distintos -que, como es lógico, sólo efectuarán las unidades que dispongan de medios apropiados para ello- en una escala de veintiún, diecinueve, diecisiete, quince, trece y once cañonazos. El saludo a la voz -y, en su caso, al cañón- es la más solemne demostración de respeto que la fuerza naval tributa a las banderas nacionales y a las más altas autoridades de España, de otras naciones y de la Armada [2].
Partiendo de esa base, el saludo al cañón consiste en una salva de cañonazos, en el número que determina el RHM para cada autoridad, disparados uno a uno con una cadencia aproximada de tres a cinco segundos entre cada disparo [2]. En cuanto a su origen, (…) Escribe [el historiador zamorano Cesáreo] Fernández Duro que «tan oscuro como el principio de la artillería lo es el de las salvas honoríficas hechas con ella». Antonio Pigafetta, cronista de la primera vuelta al mundo, dejó reflejado que el 10 de agosto de 1519, la Armada de la Especiería «anunció su salida con una descarga de artillería y se largó la vela del trinquete». Las razones no son claras. Hay quien lo atribuye a que el hecho de descargar la artillería venía a demostrar que no se abrigaban intenciones hostiles, y hay quien, como Fernández Duro, defiende un origen muy diferente: «la invención de la pólvora, que ponía en manos del hombre un medio irresistible para combatir a sus enemigos, tuvo tercera aplicación lisonjeando su inconmensurable vanidad, para la cual ruido y humo son bien apropiados homenajes» [2].
Veamos algunos ejemplos de su regulación: A la Bandera de España le corresponden los máximos honores militares de arma presentada e himno nacional en versión completa. En su caso también salva de veintiún cañonazos y siete voces de «¡Viva España!» (Art. 4 RHM); asimismo, al titular de la Corona, Rey o Reina de España, le corresponden los honores militares de arma presentada e himno nacional en versión completa. En su caso también salva de veintiún cañonazos y siete voces de «¡Viva España!» (Art. 8 RHM); mientras que al Presidente del Gobierno le corresponden los honores militares de arma presentada e himno nacional en versión breve. En su caso también salva de diecinueve cañonazos y cinco voces de «¡Viva España!» (Art. 15 RHM) igual que al Ministro de Defensa (Art. 17 RHM) o a los embajadores jefes de representación diplomática (Art. 23 RHM)… así hasta la salva de once cañonazos a los generales de brigada y contralmirantes (Art. 20.1 RHM).
Por último, los Arts. 31 a 34 RHM contemplan la rendición de este saludo, el momento de efectuarlo al izar los estandartes e insignias, la devolución de cañonazos según la escala establecida en el ceremonial marítimo y el saludo entre buques.
Citas: [1] SÁNCHEZ-GONZÁLEZ, D. M. “El Protocolo Oficial del Estado 40 años después de la aprobación de la Constitución”. En: UNED. Revista de Derecho Político, 2018, nº 101, p. 889. [2] MINISTERIO DE DEFENSA. Ceremonial marítimo. Tradiciones, usos y costumbres de la Armada. Madrid: Ministerio de Defensa, 2021, p. 14. Pinacografía: William van de Velde el Joven | The Gun Salute (ca. 1680). Peter Monamy | Morning gun (s. XVIII). Jan van de Capelle | A Dutch Yacht Firing a Salute as a Barge Pulls Away (1650).
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