lunes, 31 de agosto de 2015

La escultura del «revólver anudado» [«Knotted gun»]

En el número 1 de la calle 72, en la parte oeste del neoyorquino Central Park, se halla enclavado el Edificio Dakota. Este majestuoso inmueble de apartamentos –como recuerda el investigador y productor radiofónico José María Ibáñez [1]– fue construido entre el 25 de octubre de 1880 y el 27 de octubre de 1884 por el arquitecto Henry S. Clark, propietario de las máquinas de coser Singer. Hasta 1980, el Dakota era famoso por haber albergado a grandes artistas del mundo del espectáculo –el director de orquesta Leonard Bernstein; la cantante Roberta Flack; el bailarín Rudolf Nureyev; los actores José Ferrer y Steve Guttenberg; las actrices Judy Garland y Lauren Bacall o el actor de películas de terror Boris Karloff– y porque sirvió de plató para el rodaje de la película La semilla del diablo [Rosemary´s baby], que Roman Polanski dirigió en 1967. Pero, el ocho de diciembre de 1980, el Edificio Dakota volvió a convertirse en protagonista silencioso de la historia. Desde hacía dos años (1978), el ex componente de los Beatles, John Lennon y su esposa Yoko Ono, compartían un apartamento en el inmueble. Aquel día, a las once menos cuarto de la noche, John y Yoko regresaban a su apartamento después de haber pasado toda la jornada en los estudios de grabación. A la entrada del edificio, un joven de veinticinco años les esperaba con una pistola de 38 milímetros y un ejemplar de "El Guardián entre el centeno" de J. D. Salinger. El joven disparó seis balazos contra el cuerpo de John Lennon: cinco de ellos se incrustaron en su pecho. Aquella misma mañana, a la salida del Edificio Dakota, el ex Beatle había firmado un autógrafo al que más tarde se convertiría en su asesino: Mark David Chapman.

Tras el asesinato del componente de los Beatles, su viuda le pidió a un amigo de la pareja, Carl Fredrik Reuterswärd, un afamado pintor y escultor sueco, que creara una obra para rendir homenaje al autor de Imagine, representando su visión de un mundo pacífico en donde triunfara la no violencia. El resultado fue un verdadero icono del arte del siglo XX: un revólver –en concreto, un Colt Phyton 357 Magnum– apoyado sobre su culata y con un emblemático nudo en el cañón.

Entrada de las Naciones Unidas | Nueva York (EE.UU.)

En un primer momento, la escultura de bronce se ubicó en el Strawberry Fields Memorial de Central Park, en Nueva York, frente al Edificio Dakota, porque este jardín era uno de los rincones favoritos del compositor y estaba situado frente al lugar en el que fue tiroteado; pero, en 1988, se trasladó frente a la sede central de las Naciones Unidas. Al inaugurar su actual emplazamiento, Kofi Annan, que por aquel entonces era Secretario general de la ONU, afirmó que: La escultura “No violencia” no sólo ha proporcionado a las Naciones Unidas una laureada obra de arte sino que ha enriquecido la conciencia de la humanidad con un poderoso símbolo que encapsula en unas cuantas y sencillas curvas la oración más grande del hombre, aquella que no pide la victoria sino la paz [The sculpture Non-Violence has not only endowed the United Nations with a cherished work of art; it has enriched the consciousness of humanity with a powerful symbol that encapsulates, in a few simple curves, the greatest prayer of man; that which asks not for victory, but for peace]. Fue un obsequio de Luxemburgo.

Estación de trenes de Malmó (Escania, Suecia)

Desde entonces, más de treinta réplicas se reparten por todo el mundo –en Malmö, Lausana, Pekín, Londres o Ciudad del Cabo…– como símbolo de la no violencia que también representa la imagen corporativa de la Fundación que Yoko Ono creó, en 1993, a raíz de aquel asesinato: Non-Violence Project Foundation (NVP), que trata de inspirar a la juventud de todo el planeta bajo el lema: la violencia acaba cuando la educación empieza [Violence ends when education begins] para que resuelvan sus conflictos por medios pacíficos.

PD Cita: IBÁÑEZ, J. M. Enigmas y misterios. 13 lugares malditos. Madrid: Es Ediciones, 2009, pp. 19 a 24. Este autor edita un interesante blog titulado La realidad oculta.

viernes, 28 de agosto de 2015

El cumplimiento legal de las empresas [«Compliance»]

Hasta hace unos años, el conocido brocardo latino de societas delinquere non potest significaba que las personas jurídicas no podían delinquir y que, por lo tanto, no era posible exigirles ningún tipo de responsabilidad penal por haber cometido alguna conducta delictiva… pero, en 2010, la Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio, modificó el Código Penal español, de 1995, introduciendo el pormenorizado Art. 31 bis. Según el legislador: Son numerosos los instrumentos jurídicos internacionales que demandan una respuesta penal clara para las personas jurídicas, sobre todo en aquellas figuras delictivas donde la posible intervención de las mismas se hace más evidente (corrupción en el sector privado, en las transacciones comerciales internacionales, pornografía y prostitución infantil, trata de seres humanos, blanqueo de capitales, inmigración ilegal, ataques a sistemas informáticos...). Esta responsabilidad únicamente podrá ser declarada en aquellos supuestos donde expresamente se prevea [de ahí el carácter tan pormenorizado de este precepto]. Todo ello, dejando claro que la responsabilidad penal de la persona jurídica podrá declararse con independencia de que se pueda o no individualizar la responsabilidad penal de la persona física.

Desde entonces, a una sociedad se le pueden imputar aquellos delitos cometidos en su nombre o por su cuenta, y en su provecho, por las personas que tienen poder de representación en las mismas, pero también la responsabilidad por aquellas infracciones propiciadas por no haber ejercido la persona jurídica el debido control sobre sus empleados, naturalmente con la imprescindible consideración de las circunstancias del caso concreto a efectos de evitar una lectura meramente objetiva de esta regla de imputación.

En este marco normativo ha surgido una nueva necesidad –la exigencia de velar por el cumplimiento legal o normativo de las empresas, un concepto que los anglosajones han sintetizado bajo el término de compliance [cumplimiento]– y la aparición de un nuevo experto que ha venido a cubrir ese hueco en el mercado: el [Legal] Compliance Officer; cuyo fin es implementar los mecanismos adecuados para que la empresa donde trabaja cumpla con todas las exigencias previstas en el ordenamiento jurídico: desde la gestión medioambiental hasta la protección de datos de los clientes pasando por la prevención penal de su actividad, las posibles consecuencias que ocasionen los riesgos psicológicos de sus trabajadores, la aplicación del código ético social o el cumplimiento de sus obligaciones tributarias; es decir, un ámbito de actuación amplísimo que exige un perfil profesional muy específico para evitar cualquier sanción civil, penal o administrativa.

Para ayudar a gestionar esta obligación, en el contexto internacional destacan las disposiciones que conforman el denominado marco COSO [Committee of Sponsoring Organizations], un proyecto estadounidense que se creó en 1985 para reducir el fraude en las sociedades y orientarlas sobre cómo gestionar cualquier riesgo empresarial; el Libro rojo de OCEG, un think tank [grupo de pensadores] de Arizona (EE.UU.), que ofrece gratuitamente una guía para impulsar el rendimiento basada en los principios de gobernar, gestionar y asegurar el rendimiento, el riesgo y el cumplimiento; o las Good Practice Guidance on Internal Controls, Ethics, and Compliance que adoptó la OCDE en 2010. En España, si quieres aproximarte a esta materia, puedes consultar los cuadernos de cumplimiento legal, test y casos de errores que Alain Casanovas Ysla, socio de KPMG, ha realizado para esta auditora.

En cuanto a la jurisprudencia, los servicios de compliance ya han sido objeto de medio centenar de resoluciones en los tribunales españoles; sirva como ejemplo la sentencia 3366/2015, de 9 de marzo, del Tribunal Superior de Justicia de Madrid [ECLI:ES:TSJM:2015:3366] que juzgó un posible incumplimiento de las obligaciones en materia de compliance o cumplimiento normativo por parte de la filial de un grupo empresarial.

PD: unos meses después de subir esta entrada a mi blog, la Fiscalía General del Estado publicó una interesante Circular1/2016, sobre la responsabilidad penal de las personas jurídicas conforme a la reforma del Código Penal efectuada por Ley Orgánica 1/2015. Con este documento -como señala la propia Circular- se imparten instrucciones a los fiscales para valorar la eficacia de los planes de compliance en las empresas que tras la reforma se configuran como una eximente de la responsabilidad penal Los planes de compliance son una apuesta decidida del legislador por una fórmula de “autorregulación regulada” en la lucha contra la delincuencia de empresa.

miércoles, 26 de agosto de 2015

El primer tratado de paz internacional que se firmó

La prueba documental más antigua que ha llegado hasta nuestros días se encontró en 1906 en las ruinas arqueológicas de Hattusa [actual, Bogazköy], cuando se estaba escavando la que fuera capital del Imperio Hitita que se extendió por el interior de la península de Anatolia (la parte asiática de Turquía) y la costa siria del Mediterráneo. Es el denominado Tratado de Qadesh (en inglés: Treaty of Kadesh; en turco, Kadeş Anlaşması); una singular inscripción cincelada en acadio –la lengua diplomática del siglo XIII a.C.– que, originariamente, se labró en plata para que la firmasen el faraón egipcio Ramsés II y el rey hitita Hattusili III con el fin de lograr la paz y poner fin al conflicto armado que enfrentó a las dos grandes potencias de aquel entonces; una guerra que –según reconoció Kofi Annan– se desarrolló en el año 1279 a.C. (aunque esta fecha oscila entre 1269 y 1278, en función de las fuentes que se consulten).

La incompleta versión hitita se conserva en el Museo Arqueológico de Estambul; la egipcia, de acero, en la sala hipóstila del recinto del Templo de Amón-Ra en Karnak y, gracias a la generosidad del pueblo turco, una réplica de cobre puede verse en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, fuera del salón del Consejo de Seguridad, como les agradeció el antiguo Secretario General de las Naciones Unidas en un discurso que pronunció el 13 de noviembre de 2006. En aquella intervención, Annan puso de relieve la trascendencia del acuerdo de Qadesh porque poniendo fin a decenios de desconfianza y de guerra, ese tratado marcó un hito en su época. Iba más allá de una mera cesación de hostilidades, y comprometía a ambas partes a prestarse asistencia y cooperación mutuas. De hecho, fue la consagración literal de una alianza entre dos grandes civilizaciones.

 
Con el fin de establecer una buena paz y una buena fraternidad (…) para siempre entre el país de Egipto y el país de Hatti, los dos monarcas acordaron ayudarse mutuamente en caso de que un enemigo extranjero les atacase: si Hattusili, el rey del país hitita, me envía este mensaje: "Ven en mi ayuda contra él", Reamasesa, mai Amana [la transcripción cuneiforme de Ramsés II], el gran rey, el rey del país egipcio, tiene que enviar sus tropas y sus carros a matar a este enemigo y a dar satisfacción al país hitita; y viceversa: si un extranjero marcha contra el país de Egipto y (…) el rey del país de Egipto, tu hermano, envía a Hattusili, el rey del país hitita, su hermano, el mensaje siguiente: "Ven en mi ayuda contra él", entonces Hattusili, rey del país hitita, debe enviar sus tropas y sus carros y matar a mi enemigo.

Asimismo, el acuerdo de paz incluía una cláusula que, hoy en día, calificaríamos como un tratado de extradición: Si un grande huye del país hitita y si se va junto a Reamasesa, mai Amana, el gran rey, rey del país de Egipto, entonces Reamasesa, mai Amana, el gran rey, el rey del país de Egipto, tiene que apoderarse de él y entregarlo en manos de Hattusili, el gran rey, el rey del país hitita, su señor; y al revés, si alguien se marchaba de Egipto al Imperio Hitita.

La tablilla de Qadesh finaliza con la habitual cláusula conminatoria que ya se utilizó en las primeras colecciones legales de Mesopotamia, con una admonición: si ambas partes no observaban el tratado, entonces los dioses del país de Egipto y los dioses del país de Hatti debían exterminar la descendencia de los dos monarcas. En la práctica, la paz perduró más de un siglo y logró incrementar el comercio de todo Oriente Medio.
 
Bajorrelieve de la batalla de Qadesh, en Luxor (Egipto).

Nota bene: aunque el Tratado de Qadesh fue el primer acuerdo de paz del que tenemos constancia documental, eso no quiere decir que fuese el primer tratado internacional que se firmó. Antes de que el Egipto faraónico y el imperio Hitita sellaran poner fin a su conflicto, en Mesopotamia, sus ciudades-estado ya mantuvieron una relación muy estrecha, cooperando en diversos campos (comercial, militar, político, religioso….) porque, entre ellas, existía un sentimiento de pertenecer a una entidad cultural común (…) como la Grecia clásica. En el periodo que transcurrió entre los años 3000 y 1500 a.C., los tratados escritos de esta época son muy escasos, aunque la correspondencia diplomática deja claro que existían y que se redactaban con mucho cuidado; como ocurrió, por ejemplo, con el decreto de Sadlas y Neribtum, dos pequeños reinos situados en la región de Diyala, al nordeste de Babilonia, preocupados por la repatriación de sus ciudadanos: un hijo de Sadlas (…) y un hijo de Neribtum (…) que fue hecho prisionero, será liberado [POSTGATE, J. N. La Mesopotamia arcaica. Sociedad y economía en el amanecer de la historia. Madrid: Akal, 1999, pp. 50 y 307].

La principal diferencia entre lo que sucedía, por un lado, a orillas del Tigris y el Éufrates y, por otro, junto al Nilo es que Qadesh lo suscribieron dos imperios que ya podríamos calificar como dos estados nacionales -Egipto y Hatti- y no dos ciudades-estado -por establecer un paralelismo: Menfis y Hattusa- en línea con lo que sucedía en Mesopotamia, donde eran las distintas localidades las que negociaban con voz propia.

lunes, 24 de agosto de 2015

Fraudes artísticos (IV): los manuscritos medievales de Thomas Chatterton

En 1856, el pintor Henry Wallis inmortalizó el cadáver de este romántico poeta inglés –recostado sobre su lecho, en la buhardilla del número 39 de Brooke Street (Londres), nada más suicidarse con apenas 17 años tras ingerir una dosis letal de opio y arsénico– en un famoso óleo sobre lienzo que se expone actualmente en las salas de la Tate Britain de la capital londinense. La víctima, Thomas Chatterton, había nacido el 20 de noviembre de 1752 en Bristol (Gran Bretaña); era hijo póstumo de un maestro de escuela y descendiente de una larga estirpe de sacristanes, lo que le permitió tener acceso, desde pequeño, a antiguos manuscritos y textos religiosos. Fue un niño muy sensible que se crió con su hermanastra y su abuela materna, malviviendo con el escaso sueldo que su madre ganaba trabajando como costurera; circunstancia que marcó su temperamento, melancólico e imaginativo, convirtiéndole en un joven muy precoz que, desde los seis años, ya leía libros medievales. De aquella temprana afición surgió la habilidad de recrear la caligrafía del siglo XV y, con el tiempo, el hambre y la desesperación, su afición dio origen a un célebre fraude, cuando se inventó el personaje de un monje llamado Thomas Rowley e hizo pasar sus poemas por originales manuscritos de ese falso autor.

Aquel maravilloso chico [marvellous Boy] –como lo definió el poeta William Wordsworth, en Resolution and Independence– se educó en la fundación caritativa de Colston donde adquirió las nociones comerciales y jurídicas necesarias para empezar a trabajar como escribano de un abogado de Bristol, John Lambert. Gracias a que, en 1768 consiguió publicar su primera narración histórica sobre un puente en un periódico local, su peculiar estilo llamó la atención de un médico coleccionista de antigüedades llamado William Barrett, al que Chatterton vendió los “originales” escritos por un supuesto prior de Durham del siglo XI y el mencionado monje Rowley del XV, narrando escenas épicas en las que recreaba la lucha del pueblo inglés contra los invasores, en defensa de su libertad.

En tan solo dos años, las falsificaciones de aquel adolescente que fingía haber encontrado los manuscritos en antiguos baúles, llegaron a Londres y le permitieron adquirir cierta notoriedad al tratar de engañar a otras personalidades de su tiempo, como el escritor Horace Walpole –que había triunfado con su novela de terror gótico El castillo de Otranto (1764)– hasta que empezó a levantar sospechas entre ciertos eruditos de Oxford, como el Dr. Thomas Fry; este hecho, unido a cierto desengaño amoroso con la misteriosa Mrs. Angel y la medicación que tomaba para mitigar los efectos de una enfermedad venérea le condujeron a suicidarse, tal día como hoy, el 24 de agosto de 1770. Tuvo que transcurrir más de un siglo hasta que el filólogo Walter W. Skeat revelase, a finales del XIX, las fuentes en las que se inspiró Chatterton para llevar a cabo sus falsificaciones.

viernes, 21 de agosto de 2015

Concepto, características y programas de la justicia restaurativa

En enero de 2006, un grupo internacional de expertos revisó el Manual sobre programas de justicia restaurativa que habían elaborado los criminólogos canadienses Yvon Dandurand y Curt T. Griffiths para la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) con el objetivo de desarrollar una herramienta práctica para los funcionarios encargados de la impartición de la justicia penal, las organizaciones no gubernamentales y los grupos comunitarios que trabajan en conjunto para mejorar las respuestas actuales al delito y a los conflictos en sus comunidades que les permitiera la implementación de respuestas participativas al delito basadas en una metodología de justicia restaurativa; todo ello, en el marco de una serie de medidas y programas inspirados por los valores de la justicia restaurativa, flexibles en su adaptación a los sistemas de derecho penal, a los cuales complementan, tomando en cuenta las circunstancias variables tanto en lo jurídico como en lo social y lo cultural.

Frente a la tradicional justicia retributiva impartida por los juzgados y tribunales para juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, la justicia restaurativa es una forma de responder al comportamiento delictivo balanceando las necesidades de la comunidad, de las víctimas y de los delincuentes. Es un concepto evolutivo que ha generado diferentes interpretaciones en diferentes países, respecto al cual no hay siempre un consenso perfecto. Esto se debe también a las dificultades para traducir de manera precisa el concepto en diversos países, en los cuales a menudo se usa una gran variedad de términos (…) entre otros, los de “justicia comunitaria”, “hacer reparaciones”, “justicia positiva”, “justicia relacional”, “justicia reparadora”, y “justicia restauradora”.

Para los fines de este manual, el término “programas de justicia restaurativa” tiene el mismo uso que el utilizado en los Principios Básicos sobre la Utilización de Programas de Justicia Restaurativa en Materia Penal, que se adoptaron en 2002 por una resolución del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas: todo programa que utilice procesos restaurativos e intente lograr resultados restaurativos; donde, a su vez, el concepto de “proceso restaurativo” se definió como todo proceso en que la víctima, el delincuente y, cuando proceda, cualesquiera otras personas o miembros de la comunidad afectados por un delito participen conjuntamente de forma activa en la resolución de las cuestiones derivadas del delito, por lo general con la ayuda de un facilitador. En este contexto, la justicia restaurativa da tanta importancia al proceso como al resultado. Los individuos involucrados en este proceso son denominados “partes”. En Europa y en muchos otros lugares del mundo, a menudo se hace remisión al proceso mediante la técnica que la mayoría de los modelos tienen en común, que es la “mediación”, diferente de la adjudicación legal.

Según la UNODC, las cinco características de los programas de justicia restaurativa son: 1) Una respuesta flexible a las circunstancias del delito, el delincuente y la víctima que permite que cada caso sea considerado individualmente; 2) Una respuesta al crimen que respeta la dignidad y la igualdad de cada una de las personas, desarrolla el entendimiento y promueve la armonía social a través de la reparación de las víctimas, los delincuentes y las comunidades; 3) Una alternativa viable en muchos casos al sistema de justicia penal formal y a sus efectos estigmáticos sobre los delincuentes; 4) Un método que puede usarse en conjunto con los procesos y las sanciones de la justicia penal tradicional; y 5) Un método que incorpora la solución de los problemas y está dirigido a las causas subyacentes del conflicto.

Dichos programas –que vienen a cubrir una amplia gama de procesos centrados en una metodología restaurativa– se pueden agrupar en cinco grandes categorías principales:
  1. La mediación entre víctima y delincuente (son programas de reconciliación que deben cumplir tres requisitos básicos previos: el delincuente debe aceptar o no negar su responsabilidad por el delito; tanto la víctima como el delincuente deben estar dispuestos a participar; y tanto la víctima como el delincuente deben considerar si es seguro participar en el proceso);
  2. La comunidad y conferencias de grupos familiares [cada proceso tiene un facilitador o mediador; su enfoque es más amplio que los programas de mediación normales porque implica reunir a la familia y amigos de la víctima y del delincuente, y a veces también a miembros de la comunidad, para que participen en un proceso facilitado profesionalmente para identificar resultados deseables por las partes, abordar las consecuencias del delito y explorar maneras adecuadas de prevenir el comportamiento delictivo. El propósito de una conferencia de grupo familiar es confrontar al delincuente con las consecuencias del delito, desarrollar un plan reparador y, en casos más serios (en el modelo de Nueva Zelanda), determinar la necesidad de supervisión más restrictiva y/o custodia];
  3. Las sentencias en círculos (son, tal vez, el mejor ejemplo de justicia participativa en la que los miembros de la comunidad pueden involucrarse directamente en responder a los incidentes delictivos y de desorden social; todos los participantes, incluyendo el juez, el consejero de la defensa, el fiscal, el oficial de policía, la víctima, el delincuente y sus familias respectivas, sus residentes comunitarios, se sientan frente a los demás en un círculo. Las discusiones en el círculo están diseñadas para llegar a un consenso sobre la mejor manera de resolver el conflicto y disponer el caso, tomando en cuenta la necesidad de proteger a la comunidad, las necesidades de las víctimas y la rehabilitación y castigo del delincuente. El proceso de círculo de sentencia normalmente se lleva a cabo dentro del proceso de justicia penal, incluye a profesionales de la justicia y apoya el proceso de sentencia);
  4. Los círculos promotores de paz; y 
  5. La libertad condicional reparativa y las juntas y paneles comunitarios.
Por último, el manual de la UNODC también se refiere a diversos foros de justicia nativa y determinadas costumbres caracterizadas por ser sistemas informales basados en la comunidad [o sistemas de justicia no estatales], desarrollados mediante un procedimiento informal y deliberado, que vienen a demostrar que la justicia restaurativa forma parte de muchas culturas. En otros in albis ya hemos tenido ocasión de referirnos –por ejemplo– al Código de Lapir ugandés, el Zwelethemba sudafricano, el Fokonolona malgache, los duelos de canciones bosquimanos, la justicia tribal de la nación de los indios navajo, la yakala polinesia, los polémicos tribunales Gacaca de Ruanda, la peregrinatio ex poenitentia a Santiago de Compostela, los Shalish de Bangladés, los barangay de Filipinas, el ho´oponopono de Hawái o los modernos Teen Courts de Estados Unidos.

Como recuerda el Antiguo Testamento: Es un honor para el hombre evitar las disputas, pero el necio provoca su estallido (Proverbios, 20, 3).

miércoles, 19 de agosto de 2015

La violencia en el arte rupestre

Hace entre 30.000 y 10.000 años, los seres humanos que vivieron en aquel tiempo se convirtieron en los autores de las primeras manifestaciones artísticas de la Humanidad al crear auténticas obras de arte [1] que consistían o bien en el denominado arte mobiliar (en relación con los útiles que podían transportar cuando se desplazaban: armas, adornos, bastones de mando, esculturas de bulto redondo, piezas rituales, etc.) o bien en el arte rupestre que ejecutaban sobre las paredes rocosas de las cuevas que habitaban, por ejemplo, en el arco mediterráneo de la Península Ibérica, desde el Algarve portugués hasta la comarca del Maestrazgo en Castellón. Aquellas pinturas consistían, en su mayoría, en trazos de signos (reales o imaginarios) o en figuras de animales (caballos, bisontes, renos, cabras, aves….) y, en mucha menor medida, en representaciones humanas. Es imposible creer –como ha señalado David Lewis-Williams [2]– que las comunidades del Paleolítico Superior fuesen socialmente idílicas porque los seres humanos vivieron en comunidades forjadoras de historia y eso significa que existieron tensiones y conflictos sociales; de ahí la singularidad de algunos barrancos del levante español, cuya decoración muestra no solo escaramuzas y combates de arqueros entre tribus sino lo que parece ser la imagen de ¿un magnicidio?
 
En 1916, un sacerdote de origen alemán, que acabó obteniendo la nacionalidad española, Hugo Obermaier, publicó en Madrid un libro [3] con el resultado de sus campañas e investigaciones paleontológicas y prehistóricas por muchos de los principales yacimientos del país. Dos años después, participó en el equipo que descubrió el Barranco castellonense de Valltorta y, en 1925, reescribió aquella obra para publicar una nueva edición más actualizada. En aquellas páginas describe una de las pinturas más sorprendentes de la Cueva Saltadora que reproduce a un personaje mortalmente herido, alcanzado por las flechas en la nuca, en la cadera y en ambas piernas, en el momento de desplomarse. En su caída despréndese la diadema de la cabeza, indicando este adorno, único en su género hasta la fecha en el arte rupestre levantino, que se debía tratar de un personaje muy importante, y, al parecer, la caída del guerrero debía de llevar aparejada la del símbolo de su fuerza y de su prestigio. Por el hecho de no estar representados los atacantes de la víctima, que, por lo tanto, aparece alcanzada por dardos disparados por manos invisibles, deducimos que estamos aquí en presencia de un ejemplo paleolítico de magia hostil o de inutilización (…) consideramos también las representaciones de escenas de combate (Alpera, Morella la Vella), no como acontecimientos históricos, sino como imágenes escénicas confeccionadas antes de haber tenido lugar las luchas, asaltos o sorpresas que representan.
 
La magia hostil de ese dibujo, según Obermaier, se representaba por el procedimiento de hechizar y “matar” previamente in effigie a un adversario que se deseaba inutilizar antes de efectuar realmente el ataque contra él. Aquellas figuras eran más temidas por los Primitivos que las armas e incluso la superioridad de los enemigos.
 
PD Citas: [1] MOURE, A. El origen del hombre. Madrid: Historia 16, 1997, p. 99. [2] LEWIS-WILLIAMS, D. La mente en la caverna. Madrid: Akal, 2005, p. 274. [3] OBERMAIER, H. El hombre fósil. Madrid: Istmo, 1985, pp. 290 a 292.

lunes, 17 de agosto de 2015

La copla también sabe de leyes

Ella que envolvía a sus enamorados igual que los vendavales cayó seducida por un hombre moreno que se llevó pa toda la vida la rosa de sus rosales. Mucho te quiero y me muero mujer, mucho te juro por Dios y si te vi no me acuerdo después. La mujer corrió como loca, buscando la reja a donde de otra los besos bebía. Y un grito de muerte se oyó en la calleja mientras que unos ojos quedaban sin vida. Vayan los jueces pasando vayan firmando, que está esperando Lola Puñales, que no me importa la pena de ir a la trena, que estoy serena y en mis cabales. Lo maté y a sangre fría por hacer burla de mí y otra vez lo mataría si volviera a revivir, con que apunte el escribano al causante de mis males por jurar cariño en vano sin siquiera temblarle la mano lo mató Lola Puñales. Así canta la magnífica creación -como se dijo en su época- que Antonio Quintero, Rafael de León y Manuel Quiroga compusieron en los años 40; una singular copla que popularizó Concha Piquer, en 1948.

Según la tradición popular, los afamados autores de otros grandes éxitos de este género como A la lima y al limón, Tatuaje, A tu vera, Y sin embargo te quiero o La zarzamora se basaron en un crimen que realmente debió ocurrir a finales del siglo XIX, cuando la cordobesa María de los Dolores Castro y León asesinó al hombre que la engañó con falsas promesas; siendo condenada a cadena perpetua en un presidio de Cartagena (Murcia) porque la Justicia de aquel tiempo, al parecer, tuvo en cuenta el atenuante de crimen pasional.

Lola Puñales es tan solo una buena muestra de la perspectiva jurídica con la que pueden analizarse las letras de la llamada canción española. Como ha reconocido la profesora Rosa Peñasco: ¿Quién puede negar que la copla sabe de leyes si describe como nadie la pasión, los amores tórridos, los abandonos más dañinos, los celos, el amor legalizado y el prohibido por las leyes, el cariño de los hijos y las más variadas relaciones amorosas….? Es evidente que todos deberíamos conocer este “Derecho de la pasión” porque rara es la persona que directa o indirectamente (…) no se encuentra en una de las situaciones contempladas por el Derecho de Familia [PEÑASCO, R. La copla sabe de leyes. Madrid: Alianza, 2000, pp. 21 y 22].
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