A comienzos del siglo XX, un curioso juego del destino quiso que el trono del Imperio Austro-Húngaro fuese a recaer en Francisco Fernando [Franz Ferdinand von Österreich-Este], hijo del archiduque Carlos Luis [que consagrado a las prácticas religiosas, en 1896 insistió en beber agua del río Jordán y acabó muriendo de una infección intestinal (1)]; primo del malogrado Rodolfo [el príncipe heredero de la Corona apareció muerto, en 1865, junto al cadáver de su amante, la baronesa María Vetsera, en el dormitorio del pabellón de caza de Mayerling, cerca de Viena, aparentemente, tras haber acordado suicidarse, aunque el caso estuvo siempre rodeado de cierto halo conspirador] y sobrino de la difunta Sissí [Isabel de Baviera –emperatriz de Austria-Hungría y madre de Rodolfo– que fue asesinada en 1898 por el anarquista italiano Luigi Lucheni al clavarle un estilete en el corazón, mientras ella se recobraba en Ginebra de la depresión que le ocasionó el triste final de su único hijo varón].
En aquel tiempo –una época que se caracterizó por un terrorismo endémico, sobre todo en los Balcanes– Austria continuaba dolida por la doble humillación que suponía haber perdido sus dominios en el norte de Italia (…) y haber sufrido una derrota militar contra Prusia en 1866. La adquisición de nuevas colonias parecía brindarle una compensación pero, en realidad, la anexión de Bosnia-Herzegovina sólo propició un pequeño y estrafalario melodrama que se desarrolló el domingo, 28 de junio de 1914, en Sarajevo –coincidiendo con la fiesta nacional serbia– cuando una conjura de aficionados hasta un punto ridícula (…) tuvo éxito porque las autoridades austriacas no adoptaron las precauciones elementales en un entorno hostil (2).
Paul Hitter | Gavrilo Princip (2010) |
Nadie habría podido imaginar jamás que la I Guerra Mundial (1914-1918) llegara a desencadenarse por la confluencia de tal cúmulo de despropósitos, cuando el doble pistoletazo de Sarajevo precipitó a Europa hacia (…) unos sufrimientos y conmociones de una amplitud imposible de imaginar (…) Esta guerra provocó en cadena la Revolución Rusa de 1917, después la desaparición del Imperio Austrohúngaro, de la Alemania imperial, del Imperio Otomano y la desmembración completa de Europa central, haciendo brotar revueltas, odios y deseos de venganza (3).
El autor del doble magnicidio -que, en el momento de cometer el asesinato, era menor de edad de acuerdo con la legislación imperial [el Art. 112.b-1 del Código Penal prohibía condenar a muerte a los menores de 20 años (4)]- fue condenado a 20 años de reclusión; muriendo en la prisión bohemia de Terezin, curiosamente, en 1918, cuando finalizó la Gran Guerra que él ayudó a provocar.
Para cerrar el círculo, el Tratado de Versalles que selló la paz entre los países aliados [Francia, Gran Bretaña, Rusia, Estados Unidos, etc.] y Alemania, tras finalizar la I Guerra Mundial, se firmó en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles (Francia), el 28 de junio de 1919, quinto aniversario del atentado de Sarajevo.
El autor del doble magnicidio -que, en el momento de cometer el asesinato, era menor de edad de acuerdo con la legislación imperial [el Art. 112.b-1 del Código Penal prohibía condenar a muerte a los menores de 20 años (4)]- fue condenado a 20 años de reclusión; muriendo en la prisión bohemia de Terezin, curiosamente, en 1918, cuando finalizó la Gran Guerra que él ayudó a provocar.
Para cerrar el círculo, el Tratado de Versalles que selló la paz entre los países aliados [Francia, Gran Bretaña, Rusia, Estados Unidos, etc.] y Alemania, tras finalizar la I Guerra Mundial, se firmó en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles (Francia), el 28 de junio de 1919, quinto aniversario del atentado de Sarajevo.
PD Citas: (1) JOHNSTON, W.M. El genio austrohúngaro. Oviedo: KRK, 2009, p. 130. (2) HASTINGS, M. 1914. El año de la catástrofe. Barcelona: Crítica, 2013, 30 a 37. (3) VENNER, D. Europa y su destino. Madrid. Áltera, 2010, p. 47. (4) SAVARY, M. Sarajevo 1914. Lausana: L´Age d´Homme, 2004, p. 184.
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