La Resolución de la Asamblea General de la ONU A/RES/60/7, de 1 de noviembre de 2005, designó el 27 de enero como día internacional de conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto –por el aniversario de la fecha en que se liberó el campo de concentración de Auschwitz– pidiendo al Secretario General que estableciera un programa de divulgación titulado "El Holocausto y las Naciones Unidas" para movilizar a la sociedad civil en pro de la recordación del Holocausto y la educación al respecto, con el fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro. Dentro de los materiales educativos que se han editado desde entonces, uno de los autores que ha colaborado con la ONU, el experto australiano Ben Kiernan [1], ha señalado que El Holocausto nazi de los judíos fue el caso histórico más extremo de genocidio. La tentativa del Estado de conseguir el exterminio total mediante el asesinato industrializado de millones de personas pacíficas en menos de cinco años tiene poca comparación. En ese contexto, el mismo régimen que llevó a cabo la eliminación masiva de entre cinco y seis millones de judíos fue capaz de aprobar un sofisticado compendio de leyes para proteger el bienestar animal, regular la caza, restringir los experimentos y prohibir la vivisección –pese a que su ilegalidad se enmendó tres semanas después para autorizar las investigaciones en las universidades– basándose en la idea que expresó el Fürher: Im neuen Reich darf es keine Tierquälerei mehr geben [En el nuevo Reich no habrá más crueldad (animal)].
En 1933, el comandante Herman Göring justificó aquella iniciativa afirmando, en un discurso radiofónico, que los alemanes siempre han mostrado un gran amor por los animales (…) la cuestión de proteger a los animales siempre ha estado cerca de sus corazones (…) como criaturas de Dios [2]. Incluso el ministro de propaganda nazi Paul Joseph Goebbels declaró que el tiempo que Hitler estuvo en su cuartel general, su perro Blondi [una hembra de pastor alemán] permaneció más cerca de él que ningún ser humano [3].
La primera disposición normativa se adoptó pocos meses después de que Adolf Hitler accediera al cargo de Primer Ministro de Alemania. El 21 de abril de 1933, Berlín aprobó la breve Ley sobre Sacrificio Animal [Gesetz über das Schlachten von Tieren] que estableció la obligación de anestesiarlos o aturdirlos antes de matarlos lo que, en la práctica, suponía una prohibición de facto del ritual judío (según el cual, el animal ha de ser degollado para que se desangre rápida y totalmente o su muerte no será kosher). Ese mismo año se publicó la Ley de Protección Animal [Reichstierschutzgesetz] de 24 de noviembre de 1933, redactada por Cliemens Giese y Waldemar Khaler y, posteriormente, se legislaron la Ley de Caza [Reichsjagdgesetz], de 3 de julio de 1934; y la Ley de Protección de la Naturaleza [Reichsnaturschutzgesetz], de 26 de junio de 1935.
En su conjunto, no solo se regularon cuestiones como el transporte de los animales, la catalogación de las especies protegidas o los periodos de veda sino cómo debía herrarse a los caballos, cazar a los corzos o cocer el marisco; todo ello, enfatizando los derechos de los animales por ser animales, no por un interés antropocéntrico. Algunos autores incluso citan una anécdota sobre Göring según la cual llegó a encerrar a un pescador en un campo de concentración por haber utilizado una rana como cebo para su anzuelo [4].
PD Citas: [1] KIERNAN, B. “Hitler, Pol Pot y el poder hutu, temas característicos de la ideología del genocidio”. En Programa de divulgación sobre el Holocausto y las Naciones Unidas. Nueva York: ONU, 2010, p. 31. [2] SAX, B. Animals in the Third Reich: Pets, Scapegoats and Holocaust. Londres: Continuum International, 2000, p.111. [3] FEST, J. C. Hitler. Orlando: Hartcourt Books, 1974, p.671. [4] MARQUARDT, K., LEVINE, H.M. y LA ROCHELLE, M. Animalscam: The Beastly Abuse of Human Rights. Washington: Regnery Publishing, 1993, pp. 124 y 125.
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