Instituciones Penitenciarias los define como unas unidades de separación interior dentro de un centro penitenciario que tuvieron su origen en el año 2001 en el Centro Penitenciario de Mansilla de las Mulas (León) -en la imagen- y que, en la actualidad, se encuentran implantados en todos los establecimientos penitenciarios de España. La finalidad de los Módulos de Respeto [MdR] es lograr un clima de convivencia y máximo respeto entre los residentes del módulo. En ellos el interno deja de vivenciar [sic] el módulo y sus normas como “algo impuesto” para considerarlo como “algo propio”. El factor fundamental es la participación del interno en la vida, las tareas y las decisiones del módulo, a través de grupos de trabajo y comisiones de internos (…) la inclusión del interno es voluntaria y lleva implícita la aceptación de las normas de módulo, que regulan: 1) El área personal referente a higiene, aspecto, vestuario y cuidado de celda. 2) El área de cuidado del entorno (tareas del módulo) relativa a la utilización y mantenimiento de los espacios comunes. 3) El área de relaciones interpersonales que incluye todas las interacciones del sujeto con otros internos, con funcionarios, terapeutas y personal del exterior. 4) El área de actividades que regula la programación de actividades de cada interno, independiente de las tareas del módulo que le corresponda a su grupo, que comprende todos los días de la semana y todas las horas del día, en la que se determinan qué actividades debe realizar en cada momento y planifica los tiempos de ocio [CENDÓN SILVÁN, J.M., BELINCHÓN CALLEJA, E. y GARCÍA CASADO, H. Módulos de respeto. Manual de aplicación. Madrid: Ministerio del interior, 2011, pp. 12 a 15].
Este programa de tratamiento penitenciario distribuye las tareas de los internos –reparto de comidas, mantenimiento, orden y limpieza de las zonas comunes (tareas de módulo)– en grupos fijos conformados según criterios específicos de organización y tratamiento que se encargan de una “zona del módulo” (por ejemplo la sala, el comedor, la galería, el patio, los cristales, los talleres ocupacionales, etc.) y son evaluados, a diario, por un funcionario del módulo. Unas valoraciones personales que, a su vez, repercuten en las tareas que asumirá todo el grupo, en su conjunto, la siguiente semana (solidaridad colectiva). El interno que sea nombrado responsable del grupo se encargará de repartir el trabajo de forma equilibrada entre sus componentes, solucionará los problemas internos que puedan surgir, orientará a los internos que se incorporen por primera vez al grupo y, como representante suyo, acudirá a la reunión o asamblea de responsables que se celebra semanalmente.
En último término, la característica esencial de los MdR es la consecución de un clima de convivencia que permita mantener las celdas abiertas durante los horarios de actividad.
NB: La jurisprudencia española ha dictado ya más de 760 resoluciones en las que hace referencia a los módulos de respeto; pero no existe ninguna disposición legal que los regule; tan solo la Instrucción 18/11 de la Subdirección General de Tratamiento y Gestión Penitenciaria, de 10 de noviembre de 2011, sobre niveles de intervención en módulos de respeto.
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