lunes, 8 de febrero de 2016

Organizaciones internacionales (VI): el Foro Económico Mundial (WEF)

En 1971, el profesor alemán Klaus Schwab publicó un libro titulado Moderne Unternehmensführung im Maschinenbau (Moderna gestión empresarial en la ingeniería mecánica) en el que plasmó su visión acerca del mundo empresarial, argumentando que su gestión no debía servir tan solo a los accionistas de la compañía sino también a los empleados, los clientes, la comunidad en la que desarrolla sus actividades e incuso el gobierno de su país. A partir de esa base, aquel mismo año creó el Foro Europeo de Gestión [European Management Forum], una fundación sin ánimo de lucro, con sede en Ginebra (Suiza) que sirvió para reunir a los principales líderes de negocios del Viejo Continente. En poco tiempo obtuvo tanta repercusión internacional que, desde mediados de esa misma década, su foco de atención se fue expandiendo a la situación social y económica de todo el mundo; dando lugar, en enero de 1974, a su primer Annual Meeting en la pequeña localidad helvética de Davos; una reunión anual que, a partir de 1987, se conoció por su actual denominación: el World Economic Forum [Foro Económico Mundial].

A diferencia de otras organizaciones internacionales, en los años 70, el WEF ya incorporó como miembros al millar de empresas más importantes del mundo, potenciando el poco habitual binomio público-privado hasta convertirse en un verdadero puente entre ambos sectores que ha sido capaz de reunir a reyes, jefes de gobierno, ministros y responsables políticos junto a los directores ejecutivos más destacados del mundo, expertos académicos, miembros de organizaciones internacionales, representantes de la sociedad civil, jóvenes innovadores e incluso actores de Hollywood, en el marco de un espacio imparcial (sin intereses ideológicos o comerciales), global (para hacer frente a los desafíos de la sociedad mundial), holístico (los desafíos se resuelven con el compromiso de todos) y prospectivo (con la mirada puesta a largo plazo porque el éxito no se puede medir solo en términos inmediatos y el progreso requiere tiempo).

Otra de las claves de su éxito es que el Foro se convirtió en la primera institución no gubernamental que decidió colaborar con China para impulsar políticas de reforma en el gigante asiático y, en esa misma sintonía, siempre ha apostado por una “gobernanza mundial” que contase con los nuevos actores geoeconómicos, participando en auténtico hitos de la historia más reciente: aquí se celebró la primera reunión ministerial entre ambas Coreas, se sentaron las bases de la reunificación alemana y se gestó la transición política cuando finalizó el apartheid sudafricano.

En la actualidad, el WEF se centra en tres grandes desafíos estratégicos: dominar la cuarta revolución industrial (en la próxima década seremos testigos de cambios tecnológicos vertiginosos a escala mundial), resolver los problemas comunes (cada vez hay más retos que deberán solucionarse aplicando una solución consensuada a nivel internacional) y abordar cuestiones relativas a la seguridad global (como ha puesto de relieve la mayor crisis de los refugiados que ha vivido el mundo desde la II Guerra Mundial).

La dirección de esta joven organización internacional –que logró ese estatus como international entity el 23 de enero de 2015, cuando firmó un acuerdo de sede con el Consejo Federal Suizo– le corresponde a una Junta de Síndicos integrada por líderes de diversos sectores: los negocios, la política, el mundo académico o la sociedad civil [desde la reina de Jordania, Rania, hasta el exvicepresidente de EE.UU. Al Gore, pasando por Christine Lagarde, gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), o Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)]; que supervisa su trabajo y vela porque se cumplan su misión y valores, promoviendo una ciudadanía global.

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