Gran defensor de la razón, el controvertido filósofo y escritor británico Bertrand Russell [Trelleck, 1872 – Penrhyndeudraeth, 1970] obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1950 en reconocimiento a sus variadas e importantes obras en las que defendió los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento (*). En opinión de Laura Vaccaro: Suecia premió los afanes de Russell por la paz mundial, de acuerdo con el espíritu que Bertha von Suttner le imprimió al testamento de Alfred Nobel [1]. Esta profesora argentina ha contextualizado la entrega de ese prestigioso galardón con la Guerra de Vietnam; en aquel momento (…) Bertrand Russell creó el Tribunal Russell para juzgar a los Estados Unidos por su actuación en esa guerra al margen de todo derecho. El tribunal sesionó principalmente en Estocolmo, dado que el general De Gaulle no permitió que lo hiciera en París, a pesar de que su gobierno se opuso oficialmente a la guerra de Vietnam. Presidido por Jean Paul Sartre, ese tribunal determinó que Estados Unidos podía ser acusado en virtud del Estatuto de Nürenberg. En la guerra de Vietnam se violaron el Pacto Briand-Kellogg, la Carta de la O.N.U. y los Acuerdos de Ginebra, se atacó a un pueblo que defendía su derecho a la autodeterminación, se bombardeó a la población civil, se experimentó con armas nuevas y se torturó a los prisioneros vietnamitas [1].
En el epílogo de su libro Crímenes de guerra en Vietnam [2].
Russell justificó la creación de este Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra [International War Crimes Tribunal] apelando a una cita del propio Fiscal General del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, el juez Wilson, cuando en el Proceso de Nuremberg afirmó que: (…) Si ciertos actos o violaciones de tratados constituyen delito, son delito sea Alemania, sean los Estados Unidos quienes lo cometan. No nos proponemos sentar una norma de conducta criminal contra otros si no aceptáramos que, en su caso, se invocara contra nosotros.
Parafraseando esa opinión, el filósofo británico pidió que se constituyera este Tribunal en 1967 porque, una vez más, se han estado cometiendo crímenes de gran magnitud. Es de notar que nuestro Tribunal no se inspira en ningún poder estatal. No se ampara en un ejército vencedor. No pretende más autoridad que la autoridad moral (…) La autoridad del Tribunal y su prestigio de integridad se deriva precisamente de la personalidad de sus componentes y del rigor de su procedimiento.
Entre sus miembros –que actuaban en comisiones de instrucción, preparación de pruebas y examen del material documental– destacaron intelectuales como el mencionado filósofo francés Jean-Paul Sartre, que actuó como presidente, juristas (Lelio Basso, Kinju Morikawa o Mehmet Ali Aybar), historiadores (Günther Anders); escritores (Simone de Beauvoir, Julio Cortázar); científicos (Shoichi Sakata, Laurent Schwartz) o el político mexicano Lázaro Cárdenas. Por unanimidad encontraron culpable a EE.UU.
Posteriormente, el legado de Bertrand Russell se retomó con el denominado "Tribunal Russell II" que se llevó a cabo en tres sesiones: Roma (1974), Bruselas (1975) y Roma (1976). Su principal objetivo fue juzgar los crímenes de lesa humanidad cometidos en las dictaduras de América Latina, especialmente en las de Brasil y Chile. Durante su sesión de clausura se anunció la creación de tres nuevas instituciones: la Fundación Internacional por los Derechos y Libertades de los Pueblos, actualmente conocida como Fundación Lelio Basso; la Liga Internacional por los Derechos y Libertades de los Pueblos, y el TPP [Tribunal Permanente de los Pueblos] fundado por el profesor italiano Lelio Basso, en Bolonia (1979) [3].
Citas: [1] VACCARO, L. Premios Nobel de literatura: una lectura crítica. Sevilla: Universidad de Sevilla, 2007, p. 398. [2] RUSSELL, B. Crímenes de guerra en Vietnam. Madrid: Aguilar, 3ª ed., 1968, pp. 162 a 168. [3] VARO BARRANCO, A. & MARTÍ i PUIG, S. "Redes que rejuvenecen: el caso del Tribunal Permanente de los Pueblos «Capítulo México»". En: América Latina Hoy, 2018, nº 80, p. 96.
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