“La perla de África”, en palabras de Winston Churchill, se autodefine como un Estado soberano y una República (Art. 5 de su Constitución) que, administrativamente, se estructura en distritos [como unidad del sistema de gobierno local (Arts. 176)]; Kampala [ubicada en Buganda, es la capital de Uganda y la administra el Gobierno Central (Art. 5.4)] y las regiones que se desarrollan en el Art. 178 al prever que dos o más distritos pueden cooperar para formar un gobierno regional; excepto los distritos de las regiones de Buganda, Bunyoro, Busoga, Acholi y Lango que ya habían convenido en formar gobiernos regionales. A continuación, regula cuáles serán sus capitales: Mengo, Hoima, Jinja, Gulu y Lira, respectivamente.
En ese marco constitucional, es el Art. 246 el que se refiere a lo que denomina institución de líderes tradicionales o culturales que puede existir en cualquier zona de Uganda de conformidad con la cultura, las costumbres y tradiciones o los deseos y aspiraciones de la población a la que se aplica. Y añade: (…) 6. A los efectos del presente artículo, se entenderá por «líder tradicional o líder cultural» todo rey o líder tradicional similar o líder cultural, cualquiera que sea el nombre que se llame, que deriva de la lealtad del hecho del nacimiento o de la ascendencia de conformidad con las costumbres, tradiciones, uso o consentimiento de las personas dirigidas por ella. tradicional o cultural.
Uganda en realidad no tuvo que independizarse, porque nunca fue colonizada: en 1896, Mwanga II, Kabala (rey) del reino de Buganda, llegó a un acuerdo con los británicos para ser Protectorado (…). A este protectorado se unieron pacíficamente otros reinos tradicionales, y los demás territorios fueron incorporados militarmente. El Reino Unido se comprometió a respetar sus costumbres y su lengua. En 1961 se celebraron las primeras elecciones independientes y el país se incorporó a la Commonwealth. La monarquía de Buganda fue abolida en 1967 pero se restauró simbólicamente, con carácter cultural, en 1993 [1]; es decir, los constituyentes ugandeses plantearon de este modo la coexistencia de tradicionales reinos africanos con el concepto moderno de las estructuras republicanas que parieron los procesos de descolonización [2].
Como afirmó el célebre periodista polaco Ryszard Kapuściński: (…) En la política interna de África y de cada uno de sus países, todo siempre resulta sumamente complejo. La razón de ello radica en que los colonialistas europeos liderados por Bismarck en la conferencia de Berlín, al repartirse África entre ellos, metieron a unos diez mil reinos, federaciones y comunidades tribales que existían en el continente a mediados del siglo XIX -cierto que sin Estado, pero que funcionaban como organismos independientes- en las fronteras de apenas cuarenta colonias. Siendo así que muchos de aquellos reinos y comunidades tribales llevaban a sus espaldas largas historias de conflictos y guerras. Y de repente, y sin que nadie les pidiera su opinión, se encontraron dentro de los límites de una misma colonia y debían someterse a un mismo poder (extranjero, además), a una misma ley [3].
NB: las tres anteriores constituciones de esta nación de los Grandes Lagos de 1962, 1966 y 1967 se diferenciaron entre sí porque las dos primeras reconocieron la existencia de los reinos tribales (aunque la de 1962 otorgó mayor autogobierno al reino de Buganda en detrimento del resto; mientras que la de 1966 los equiparó a todos) pero la de 1967 abolió tanto los poderes tradicionales como las estructuras semifederales de Buganda, Toro, Bunyoro (Bañoro), Busoga y Nkore (Ankole) en favor de las instituciones republicanas.
Citas: [1] RODRÍGUEZ DE BUJALANCE, R. Mujeres de ébano. El desafío del desarrollo en África. Madrid: Rialp. 2022. [2] CARRASCO, C. A. Las guerras, el sexo y la política. Berlín: XinXii-GD Publishing, 2015. [3] KAPUŚCIŃSKI, R. Ébano. Barcelona: Anagrama, 2006.
No hay comentarios:
Publicar un comentario