lunes, 17 de junio de 2019

La teoría de la ilusión financiera

En su artículo La Sociedad Híbrida: voluntarismo político y resistencia social [CONT4BL3, nº 69, p. 34], el sociólogo Aurelio Ayala Tomás menciona esta teoría al afirmar que: En el lejano 1903, un olvidado profesor italiano, Amilcare Puviani acuñó el concepto de “ilusión financiera”. Para este marxista teórico, la ilusión financiera era una expresión de la ideología burguesa y consistía en exagerar las ventajas de los efectos positivos del impuesto (externalidades positivas) y ocultar sus efectos negativos (la disminución de la renta disponible). Posteriormente, esta idea fue resucitada por algunos fiscalistas norteamericanos. Ayala se refiere al jurista modenés Amilcare Puviani (1854-1907), profesor de las universidades de Bolonia y Perugia, y a su obra más conocida, Teoria della illusione finanziaria, publicada en Palermo por la Editorial Remo Sandron –la misma en la que difundieron sus ensayos Cesare Lombroso o Enrico Ferri– y que, en España, editó el Instituto de Estudios Fiscales, en 1971, con una didáctica introducción de Álvaro Rodríguez Bereijo.
 
Para este profesor coruñés, la obra de Puviani no pertenece a ese género de obras científicas y meritorias que vienen a sistematizar las aportaciones ya realizadas porque se trata de una verdadera investigación pionera en la que resalta su carácter exquisitamente científico y especulativo en cuanto intenta reducir a la uniformidad (…) la variedad enorme de hechos y conductas que pueden observarse en el estudio del fenómeno financiero (p. XV).
 
 
¿Y en qué consiste su teoría? Puviani la define así: (…) podemos decir que por ilusión financiera se entiende una representación errónea de las riquezas pagadas o que deben pagarse a título de impuesto o de alguna de sus modalidades. (…) la ilusión, por su tendencia a modificar el juicio valorativo del Estado y en particular por sus efectos sobre el bienestar del iluso, es placentera y optimista o dolorosa y pesimista. Existe ilusión placentera cuando, al representar mayor que en la realidad la suma de las ventajas obtenidas o que cabe esperar de los entes políticos, y menos que en la realidad la suma de las prestaciones de ellos demandadas tiene por efecto aumentar nuestra felicidad o disminuir nuestras penas. Inversamente, cuando falsas apariencias inducen a las masas de contribuyente a estimar sus sacrificios contributivos mayores de lo que son en realidad y a estimar menores de lo justo o completamente nocivos los servicios públicos obtenidos o que puedan obtenerse, puede hablarse de ilusiones dolorosas o pesimistas (pp. 12 y 13).
 
Y concluye: (…) Se debió precisamente a la dependencia del Estado de los intereses de las clases superiores, el que el político, ante la imposibilidad de hacer ampliamente el bien del pueblo y ante la necesidad de quitarle cada vez mayores riquezas, fuese impulsado a la búsqueda de medios fiscales, a la vez más rapaces y más engañosos de la conciencia de los contribuyentes (p. 233).

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