Hijo de un acomodado molinero, el famoso artista flamenco tuvo la suerte de contar con el apoyo de su padre para recibir clases de pintura en Leiden y en Ámsterdam, donde conoció a la sobrina de un marchante de arte, Saskia, con la que se casó en 1634. La vida del pintor habría sido perfecta si el estado de su mujer no hubiese sido tan delicado; una salud que se agravó, tras el parto de su hijo Titus, al contraer la tuberculosis, enfermedad de la que ya no se recuperó, muriendo en 1642, el mismo año en que su marido triunfó con La ronda de noche. Conociendo el carácter manirroto de su esposo, Saskia otorgó un testamento muy avanzado para su época: legó la nuda propiedad de todos sus bienes a su único hijo, estableciendo un usufructo para que el viudo pudiera disfrutarlos con una condición resolutoria: que no volviera a casarse o perdería el uso y disfrute de toda la herencia que pasaría a manos de Titus. Ahí comenzaron los problemas.Para cuidar de aquel niño, el pintor contrató a la viuda Geertje Dircks de nodriza, mientras él rehacía su vida con la criada Hendrickje Stoffels. Celosa de que Rembrandt hubiese preferido a la joven sirvienta, Geertje lo denunció acusándole de haber incumplido una promesa de matrimonio al entregarle una sortija de su primera esposa. Aunque luego se supo que aquel compromiso existió realmente, Rembrandt lo negó todo y trató de solucionar el pleito con un acuerdo extrajudicial pero el tribunal de Ámsterdam dio la razón a la demandante y le adjudicó una pensión vitalicia anual. El contraataque del pintor fue acusarla de conducta inmoral hasta conseguir que la encerraran en un correccional femenino.

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