lunes, 18 de mayo de 2020

La singular frontera urbana de los dos Baarle

Según el Diccionario del Español Jurídico, un enclave es una zona incluida en la demarcación sometida a una administración pero dependiente de otra distinta, normalmente vecina. Para la RAE, se trata de un territorio incluido en otro con diferentes características políticas, administrativas, geográficas, etc. Por poner algún ejemplo español pensemos en el Condado de Treviño burgalés, situado en el interior de Álava; el Rincón de Ademuz valenciano rodeado por Cuenca y Teruel; o incluso la villa gerundense de Llivia que pertenece a España aunque esté en Francia. En un contexto internacional, podemos mencionar el óblast ruso de Kaliningrado entre Polonia y Lituania; la República Autónoma azerí de Najicheván (rodeada por Armenia, Turquía e Irán), o el territorio angoleño de Cabinda separado del resto del país por la República Democrática del Congo.


Sin embargo, uno de los más singulares que existen en el mundo se localiza al Sur de la provincia neerlandesa de Brabante Septentrional y afecta al municipio de Baarle-Nassau en cuya demarcación se disgrega la localidad belga de Baarle-Hertog, que forma parte de la provincia de Amberes situada al otro lado de la frontera. La relación administrativa entre ambas localidades –cada una, lógicamente, con su propio Ayuntamiento– se complica aún más porque existen parcelas neerlandesas dentro del terreno bajo soberanía belga que, a su vez, se halla enmarcado por los Países Bajos. Esta singularidad da como resultado que en muchas calles se pueden ver las líneas divisorias de cada país señaladas con las iniciales B o NL, pintadas en el suelo, según se encuentren en una u otra nación. El hecho de que ambos municipios estén sometidos a dos ordenamientos jurídicos diferentes ha dado lugar a que sus habitantes hayan agudizado el ingenio para aplicar la legislación que les resulte más favorable a la hora de establecer su residencia, y tener menor carga tributaria, o de abrir un establecimiento con mayor horario comercial o que pueda servir alcohol a los clientes menores de 18 años.


En la primera mitad del siglo XIX, las autoridades de ambos países trataron de establecer los límites no solo entre estos municipios sino en toda su frontera . Al primer Memorando Municipal (1831-1841) le siguió la firma del Tratado de Londres de 19 de abril de 1839, donde se contempló que unos comisionados de demarcación nombrados por Bruselas y Ámsterdam se reunirían lo antes posible para fijar dichos límites. Cuatro años más tarde, los dos gobiernos suscribieron en Maastricht la Convención de Delimitación de Fronteras, el 8 de agosto de 1843; pero, encontraron tan compleja la situación de Baarle que se decidió mantener su peculiar statu quo de origen medieval. Desde entonces, los sucesivos intentos –tanto belgas como neerlandeses– por solucionar esta situación, fracasaron.


Tan solo hubo un pequeño arreglo judicial que afectó a dos parcelas en litigio, las números 91 y 92. El asunto de aquellos sectores que estaban aislados no sólo del territorio principal de Belgica, sino también entre si llegó a la Corte Internacional de Justicia en 1957. Fue el denominado “Caso relativo a la soberanía sobre ciertas parcelas fronterizas” que se falló el 20 de junio de 1959 (*). El órgano judicial de Naciones Unidas en La Haya resolvió la controversia por 10 votos contra 4 sentenciando que la soberanía sobre esas parcelas correspondía a Bélgica. Aún así, la parte belga conserva aún 22 enclaves (H1 a H22) rodeados de suelo neerlandés mientras que los Países Bajos mantiene otros 8 (N1 a N8) dentro de aquéllos veintidós.


PD: como curiosidad, en los Emiratos Árabes Unidos encontramos un enclave del vecino Sultanato de Omán llamado Mahda y, dentro de éste, una pequeña porción de territorio emiratí: Nahwa.

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