Si las autoridades de Pekín fomentaron la «
diplomacia del panda», tras la fundación de la República Popular
China en 1949, y el Gobierno de Delhi supo sacar provecho de la «
diplomacia del elefante», por aquella misma década al lograr la independencia de Gran Bretaña, para afianzar la imagen de buena voluntad de la
India en todo el mundo;
Australia –en cambio– no empezó a valorar los beneficios que podría reportarle la subestimada «diplomacia del koala» hasta los últimos años del siglo XX a pesar de la singularidad de su fauna porque,
para los visitantes de Australia (…) nada es tan sorprendente como la diferencia y variedad de la vida salvaje (…) resultado de millones de años de separación tras la fragmentación de Gondwana, en los que las especies evolucionaron en pleno aislamiento para llenar todos los nichos ecológicos [1]. En ese contexto,
el koala es un marsupial australiano que vive principalmente de las hojas de eucalipto. Éstas son bajas en proteínas y venenosas, y tienen que ser desintoxicadas en el sistema digestivo especializado del koala. Como adaptación a esta pobre dieta, el koala tiene pocas necesidades de energía. Su esquema de dormir durante hasta 18 horas al día encajado en las bifurcaciones de las ramas de los árboles casi condujo a su extinción en los años 1920, cuando los koalas fueron ávidamente cazados por su piel [1].
El uso diplomático de este tierno animal oriundo de la Australia Oriental tuvo dos grandes precedentes en el siglo pasado: por un lado, el 21 de octubre de 1984, el Primer Ministro del Estado de Queensland, Joh Bjelke-Petersen, regaló una pareja de estos marsupiales a Japón durante una ceremonia que se celebró en el Santuario de Koalas de Lone Pine; y, por otro, diez años más tarde, en la primavera de 1994, otros dos ejemplares llamados Blinky Bill y Kupala llegaron al parque zoológico de Bonn (Alemania) con el objetivo de mejorar la imagen australiana e incrementar el número de turistas de ese país europeo que visitaban la isla continente. Según publicó el Canberra Times, en su edición del 18 de mayo de 1994, aquella iniciativa logró un resultado inesperado: en la embajada de Australia empezaron a recibirse donaciones para apoyar a las ong que se encargaban de proteger la vida silvestre australiana.
Pero, probablemente, la puesta de largo de la «diplomacia del koala» se produjo en el Centro de Congresos y Exposiciones de Brisbane, capital de la mencionada Queensland, cuando acogió a los Jefes de Estado y de Gobierno que asistieron a la cumbre del G-20 que se celebró del 15 al 16 de noviembre de 2014. El entonces Primer Ministro aussie, Tony Abott, posó sonriente con estos animales junto a diversos líderes mundiales (en la imagen, con el presidente estadounidense Barack Obama) delante de los medios de comunicación, lo que suavizó la tensión de la presencia del Presidente ruso tras la anexión ilegal de la península ucraniana de Crimea aquel mismo año.
La que fuera ministra de Asuntos Exteriores australiana, Julie Bishop -en la imagen inferior- declaró entonces al diario Age de Melbourne, el 27 de diciembre de 2014, que no debía subestimarse la diplomacia de los koalas porque muestra a Australia bajo una luz suave y promueve nuestros valores como una democracia abierta, libre y tolerante. Y, en ese sentido, en 2015, durante diez meses, Paddle, Pellita, Chan e Idalia cautivaron a los niños de Singapur que visitaban su parque zoológico en homenaje al medio siglo del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambas naciones y para festejar el 50º aniversario de la independencia singapurense de Malasia, en 1965. De este modo, los koalas -como sucedió con los osos panda chinos o los elefantes indios- son especies animales que están siendo empleadas como reclamos turísticos dentro y fuera de sus países; portadores de la encarnación metafórica de sus respectivas naciones y símbolos para dar a conocer la cultura local a Estados extranjeros, incentivando las relaciones bilaterales [2].
A partir de la cumbre del G-20, el Gobierno Federal de Camberra ya redactó un extenso manual con la estrategia para continuar recurriendo a su pequeño mamífero austral [3].
Citas: [1] NILE, R. y CLERK, C. Australia, Nueva Zelanda y Pacífico Sur. Barcelona: Folio, 2006, p. 28. [2] ARANCETA-REBOREDO, O. “And What About the Animals? A Case Study Comparison Between China’s Panda Diplomacy and Australia’s Koala Diplomacy”. En: Animal Ethics Review, 2022, vol. 2, nº 1, p. 88. [3] HUETTMANN, F. & RAM REGMI, G. Hindu Kush-Himalaya Watersheds Downhill: Landscape Ecology and Conservation Perspectives. Springer: Cham, 2020, p. 421.
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