Thomas Bowles | Palacio de St. James (1763) |
Allí, el 12 de junio de 1941, comprometidos en la lucha contra la agresión, resolvieron:
- Que continuarán la lucha contra la opresión alemana o italiana hasta obtener la victoria, y que se asistirán mutuamente en esta lucha hasta el máximo de sus respectivas capacidades.
- Que no puede haber paz ni prosperidad mientras los pueblos libres sean forzados a través de la violencia a la sumisión de la dominación alemana o de sus socios, o mientras se viva bajo la amenaza de dicha coerción.
- Que la única base verdadera de la paz duradera es la colaboración de los pueblos libres en el mundo en el que, liberados de la amenaza de la agresión, puedan disfrutar de la seguridad económica y social; y esa es su intención, de trabajar juntos, con otros pueblos libres, en la guerra y en la paz hasta el final.
Fue la primera expresión colectiva de los objetivos y principios de los Aliados y la primera en articular una visión para un orden internacional de posguerra [1]. Una Declaración que -según la ONU- ya hablaba de la necesidad de la colaboración global.
Apenas dos meses más tarde, el 14 de agosto de 1941, Franklin D. Roosevelt (Presidente de EE.UU.) y Winston Churchill (Premier del Reino Unido) suscribieron la «Carta del Atlántico» [Atlantic Charter] firmada a bordo del crucero de la Armada estadounidense USS Augusta, anclado en la Bahía de Placentia, frente a las costas de Terranova [2], para hacer conocer algunos principios sobre los cuales ellos fundan sus esperanzas en un futuro mejor para el mundo y que son comunes a la política nacional de sus respectivos países. Sus ocho principios, acordados en el Atlántico Norte, recuerdan inevitablemente a los catorce puntos que el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, expuso en el discurso ante el Congreso que dio en el Capitolio de Washington, el 8 de enero de 1918, con el único programa posible que, en su opinión, debía seguirse para lograr la paz mundial. En este caso, al finalizar la Gran Guerra y con la vista puesta en la Sociedad de Naciones.
Roosevelt y Churchill fundaron sus esperanzas, por ejemplo, en respetar el derecho que tienen todos los pueblos de escoger la forma de gobierno bajo la cual quieren vivir, y desean que sean restablecidos los derechos soberanos y el libre ejercicio del gobierno a aquellos a quienes les han sido arrebatados por la fuerza; realizar entre todas las naciones la colaboración más completa, en el dominio de la economía, con el fin de asegurar a todos las mejoras de las condiciones de trabajo, el progreso económica y la protección social; o establecer una paz que permita a todas las naciones vivir con seguridad en el interior de sus propias fronteras y que garantice a todos los hombres de todos los países una existencia libre sin miedo ni pobreza. Aquella declaración bilateral de un valor puramente programático se convirtió en el primer intento por aunar voluntades en busca de la paz y seguridad internacionales [2].
En ese mismo sentido, como afirman las Naciones Unidas: El concepto de paz y seguridad internacionales en la Carta de la ONU comenzó a desarrollarse con las ideas expresadas en la Carta del Atlántico en agosto de 1941.
Desde entonces y hasta el final de la contienda, la actual Carta de las Naciones Unidas contó con algunos otros antecedentes relevantes: (…) la Declaración de Washington o Declaración de las Naciones Unidas suscrita por veintiséis naciones el 1 de enero de 1942; en la Declaración de Moscú, firmada por Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia y China, el 30 de octubre de 1943 y en la Declaración de Teherán de 1 de diciembre de 1943 [3]. Los vemos:
• En relación con la «Declaración de Washington» de 1942 [firmada por Australia, Bélgica, Canadá, China, Costa Rica, Cuba, Checoslovaquia, República Dominicana, El Salvador, EE.UU., Grecia, Guatemala, Haití, India, Luxemburgo, Países Bajos, Nueva Zelanda, Nicaragua, Noruega, Panamá, Polonia, Reino Unido, Unión del África del Sur, URSS y Yugoslavia] su preámbulo nos recuerda el compromiso de los Gobiernos signatarios, al expresar su adhesión al programa común de propósitos y principios que incorpora la Declaración conjunta del Presidente de EE.UU. y el Primer Ministro del Reino Unido, de fecha 14 de agosto de 1941, conocida como Carta del Atlántico; es decir, inspirándose en sus ocho principios.
• Al año siguiente, en la capital soviética, las cuatro potencias -Estados Unidos, Gran Bretaña, Unión Soviética y China- tras recordar la «Declaración de Washington» de 1942, reconocieron la necesidad de establecer, a la mayor brevedad posible, un organismo internacional de carácter general basado en los principios de soberana igualdad de todo estado amante de la libertad, y dispuesto a recibir en su seno a todos esos estados, grandes y pequeños, para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.
• La «Declaración de Moscú» de 1943 se terminó de delinear y confirmar en la Conferencia celebrada del 28 de noviembre al 1 de diciembre de 1943 en la capital iraní con presencia de EE.UU., URSS y Reino Unido, de ahí que la «Declaración de Teherán» también se conozca con el sobrenombre de «Declaración de las tres potencias». El presidente de los Estados Unidos, el primer ministro de Gran Bretaña y el premier de la Unión Soviética (…) conjuntamente con nuestros asesores diplomáticas hemos analizado los problemas del futuro. Debemos buscar la cooperación y activa participación de todas las naciones, grandes y pequeñas, cuyos pueblos estén dedicados en pensamiento y corazón, como nuestros propios pueblos, a la eliminación de la tiranía y la esclavitud, de la opresión y la intolerancia. A ellos los recibiremos, si así deciden hacerlo, en una nueva familia de Naciones Democráticas.
Citas: [1] ABRY, F. Declaración de guerra. Mil millones de conocimientos, 2024. [2] FIGUEROA PLA, U. Manual de organismos internacionales. Barcelona: Editorial Andrés Bello, 1989, p. 74. [3] GÓMEZ SÁNCHEZ, Y. & ALVARADO PLANAS, J. Enseñar la idea de Europa. Madrid: UNED y Fundación Ramón Areces, 2005, p. 391.
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