(…) la Primera Guerra Mundial tuvo unas características que la hicieron emblemática de otras guerras modernas, no solo del siglo XX, sino también posteriores. Supuso para los combatientes unas experiencias nuevas y terribles, y obligó a los distintos frentes a llevar a cabo una movilización sin precedente. (…) se convirtió en una lucha global que se originó en Europa. Acabó con un siglo entero de paz. Desde la derrota de la Revolución francesa y de Napoleón en 1792-1815 -el conflicto denominado hasta ese momento en inglés «the Great War» (la Gran Guerra)»- no había habido ningún enfrentamiento general en el que participaran todas las grandes potencias [1]. En plena contienda, los buques de guerra mejor armados y blindados eran los «buques capitales». Estas naves comprendían los acorazados y los cruceros de batalla. Los cruceros de batalla disponían de una artillería similar a la de los acorazados, pero eran más rápidos porque su blindaje era más ligero. (…) Los cruceros se dividían en pesados o «blindados» (…), destinados a entrar en combate como naves de reconocimiento de los buques capitales, y ligeros (…), barcos con menor blindaje cuyo principal cometido era vigilar las rutas comerciales y defender los puertos coloniales. Los destructores (…) formaban normalmente flotillas y estaban armados con torpedos y artillería ligera [1].
Cuando acabó la Gran Guerra, a instancias de Estados Unidos, se celebró en Washington una Conferencia sobre limitación de armamentos, del 11 de noviembre de 1921 al 6 de febrero de 1922. A la capital estadounidense acudieron delegados de Bélgica, el Imperio Británico (no solo Gran Bretaña sino también Canadá, Australia, Nueva Zelanda e India), China, Francia, Italia, Japón, Países Bajos, Portugal y el anfitrión: Estados Unidos. El programa se centró en dos grandes ámbitos:
- Tratar la limitación de los armamentos (navales y terrestres) y
- Discutir diversas cuestiones relativas al Pacífico y al Extremo Oriente (integridad territorial y administrativa; concesiones, monopolios y privilegios; desarrollo de los ferrocarriles, fletes de preferencia y comunicaciones eléctricas de este Océano; y la condición legal de los tratados existentes que abarcan la naturaleza y alcance de los compromisos en virtud de los cuales puedan en lo sucesivo alegarse derechos).
Caricatura de Clifford Berryman |
Y, como resultado, se adoptaron diversos instrumentos jurídicos; tratados bilaterales (por ejemplo, el Convenio entre los Estados Unidos y el Japón relativo a la Isla de Yap) y multilaterales (como el Tratado entre los Estados Unidos, Bélgica, el Imperio Británico, China, Francia, Italia, Japón, Países Bajos y Portugal sobre la Tarifa Aduanera china); con sus declaraciones y resoluciones adjuntas.
Uno de aquellos acuerdos internacionales fue el Tratado entre los Estados Unidos de América, el Imperio Británico, Francia, Italia y el Japón por el cual se limitan los armamentos navales, hecho el 6 de febrero de 1922; más conocido como «Tratado naval de Washington» [Washington Naval Treaty] o «Tratado de las cinco potencias» [Five-Power Treaty] que marcó el desarrollo de las Armadas de todo el mundo durante más de un decenio. Sus objetivos fueron acabar con la carrera naval emprendida por Estados Unidos y Japón, a la que se uniría el Reino Unido, reducir los gastos navales y liquidar la alianza anglojaponesa, percibida como una amenaza por los norteamericanos. Sus acuerdos fundamentales fueron reducir el número de acorazados, limitar su construcción y regular los portaviones [buque portador de aeroplanos, en el acuerdo]. Sin embargo, el gran fracaso de esta cumbre internacional lo constituyeron los submarinos, capítulo en el que fue imposible el acuerdo [2].
En el primer capítulo del Tratado, las potencias contratantes convinieron, entre otros aspectos, limitar sus respectivos armamentos navales (Art. I), especificando los buques capitales que podían conservar las potencias (Art. II); todos los demás buques capitales, construidos o en construcción, de Estados Unidos, el Imperio Británico y Japón tenían que ser destruidos (hundiéndolo de manera permanente, desguazándolo o convertirlo en blanco de ejercicios de tiro); asimismo, se comprometieron a renunciar a sus respectivos programas de construcción de nuevos buques capitales (Art. III) y a no hacer preparativos en tiempos de paz para la instalación en buques mercantes de armamentos de guerra, con el objeto de convertirlos en buques de guerra (Art. XIV). A continuación, el capítulo II especificó las reglas para la ejecución del tratado y definió sus términos.
Para el historiador David Rubio Márquez, los grandes triunfadores de la conferencia fueron los Estados Unidos de. América de Norte, que consiguieron la no renovación del acuerdo entre el Reino Unido y Japón, la equiparación entre el US Navy y la Royal Navy y frenar las aspiraciones planteadas por Japón para lograr un mayor equilibrio entre la Marina Imperial y la US Navy, alegando la necesidad de defender intereses navales norteamericanos en los océanos Pacífico y Atlántico [2]. Recordemos que el vasto programa naval del Japón, amenazaba el poderío americano en el Pacífico. En consecuencia, la política que se imponía era la de detener la carrera de armamentos navales. (…) la Conferencia de Washington significó para Japón el fin de su política expansionista frente a China. Desde entonces y hasta 1931, la política exterior japonesa, dirigida por [el primer ministro nipón Kijuro] Shidehara, se caracterizó por su moderación [3].
Los incumplimientos del Tratado fueron protagonizados por Italia al diseñar cruceros de 11.000 toneladas por Francia que, a mediados de los 30, superó la cifra en acorazados y en 1934 por Japón que, desde la firma tenía dos facciones opuestas una ultra militarista que lograría denunciar el mismo y Alemania que se embarcó en la construcción de sus célebres acorazados de bolsillo [4]. A pesar de ello, aunar tantas posturas diferentes incluso dentro de cada nación y entre las cinco principales potencias es por lo que sostenemos que la Conferencia Naval fue un éxito durante casi una década, hasta la Conferencia Naval de Londres de 1930 [4].
PD: la London Naval Conference of 1930 se centró, precisamente, en el capítulo donde fracasaron las potencias en sus negociaciones de Washington: la guerra submarina. El resultado fue la adopción del «Tratado naval de Londres» de 22 de abril de 1930 [Tratado para la Limitación y Reducción del Armamento Naval (Treaty for the Limitation and Reduction of Naval Armaments)] en el que se acordó que los submarinos se debían someter a las reglas de la ley internacional de la cual son sujetos los buques de superficie (Art. 22.1).
Citas: [1] STEVENSON, D. 1914-1918. Historia de la Primera Guerra Mundial. Barcelona: Debate, 2013. [2] RUBIO MÁRQUEZ, D. “La conferencia sobre limitación de armamento de Washington narrada por la prensa Española”. En: Revista de historia naval, 2018, pp. 9 y 25. [3] ARROYO PICHARDO, G. “La política exterior de Japón de fines del siglo XIX al comienzo de la Segunda Guerra Mundial”. En: Revista Mexicana de Ciencia Política, 2022, nº 55, pp. 11 y 12. [4] Conferencia de Alejandro Klecker de Elizalde: «Cien Años del Tratado Naval de Washington». Perteneciente al ciclo de conferencias “Efemérides históricas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario