En 2010, la UNESCO inscribió el Camino Real de Tierra Adentro, de México, en su Lista del Patrimonio Mundial; en este caso, en la categoría de Itinerario Cultural, por cumplir con los criterios 2 [fue una de las rutas más importantes para conectar a la Corona española con sus dominios del norte de América] y 4 [ilustra una etapa significativa en la historia humana: la explotación colonial española de la plata y la transformación de los paisajes rurales y urbanos asociados] pero se refiere tan solo a la parte sur del trayecto que nace en la Casa de la Moneda de la Ciudad de México -en el siglo XVI, capital del virreinato de Nueva España- y, tras cruzar la actual frontera, siguiendo el trazado de los conquistadores españoles, llega a Santa Fe [Nuevo México (EE.UU.)]. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura valoró que el también conocido por el nombre de “Camino de la Plata”, comprende cinco sitios ya inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial y otros 55 sitios más situados a lo largo de 1.400 de los 2.600 km de esta larga ruta que parte del norte de México y llega hasta Texas y Nuevo México, en los Estados Unidos. Utilizado entre los siglos XVI y XIX, este camino servía para transportar la plata extraída de las minas de Zacatecas, Guanajuato y San Luis Potosí, así como el mercurio importado de Europa. Aunque su origen y utilización están vinculados a la minería, el Camino Real de Tierra Adentro propició también el establecimiento de vínculos sociales, culturales y religiosos entre la cultura hispánica y las culturas amerindias (*).
Partiendo de esa base, como ha investigado el ingeniero Luis Laorden: (…) Se pueden considerar actualmente dos partes en este camino como consecuencia de la frontera entre México y Estados Unidos establecida en 1848 en el rio Grande. En la parte mexicana están en este camino las extraordinarias ciudades de Santiago de Querétaro, San Miguel de Allende, Guanajuato, Zacatecas y Durango que también han merecido la calificación de Patrimonio de la Humanidad cada una de ellas [1]. Por su parte, el profesor Salinas Ramos afirma que: La historia de este camino está enlazada con la historia de las expediciones hacia tierras septentrionales, ya que por él transitaron soldados, evangelizadores, mineros, comerciantes, arrieros, labradores y ganaderos, quienes descubrieron ricos yacimientos de plata –como Zacatecas– y encontraron nuevos territorios que pasaron a formar parte de la Corona española (…). Los españoles y sus aliados tlaxcaltecas, tarascos y otomíes se adentraron a tierras del norte siguiendo esta vía principal y en su trayecto formaron estancias ganaderas, labores agrícolas, presidios, fuertes, ventas o posadas, pueblos y villas [2].
La inclusión de esta ruta cultural entre los lugares del Patrimonio Mundial de la UNESCO tuvo su precedente en la denominada «Carta de Itinerarios Culturales» elaborada por el Comité Científico Internacional de Itinerarios Culturales (CIIC) del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios [International Council on Monuments and Sites (ICOMOS)] y ratificada durante su 16ª Asamblea General celebrada en Quebec (Canadá), el 4 de octubre de 2008. Por alusiones, el ICOMOS es una organización internacional no gubernamental sin ánimo de lucro -y única en su ámbito- asociada a este organismo especializado de la ONU desde 1965. Para este Consejo, los Itinerarios Culturales representan procesos interactivos, dinámicos, y evolutivos de las relaciones humanas interculturales que reflejan la rica diversidad de las aportaciones de los distintos pueblos al patrimonio cultural (…). El reconocimiento de los Itinerarios Culturales como un nuevo concepto o categoría patrimonial guarda armonía y no se solapa con otras categorías o tipos de bienes (monumentos, ciudades, paisajes culturales, patrimonio industrial, etc.) que pueden existir en su seno. Simplemente los enmarca en un sistema conjunto que realza su significado y los interrelaciona a través de una perspectiva científica que proporciona una visión plural, más completa y justa de la historia. De esta forma, no sólo favorece la comprensión y la comunicación entre los pueblos, sino también la cooperación para la conservación del patrimonio (*). Y, sin duda, el Camino Real de Tierra Adentro responde perfectamente a esa nueva categoría al igual que el Camino de Santiago, la Ruta de la Seda, el Qhapaq Ñan andino o las rutas de peregrinación de los Montes Kii en Japón.
¿Qué ocurre con la sección estadounidense del Royal Road of the Interior Land hasta llegar a Santa Fe? Como vimos, no forma parte del listado de la UNESCO pero lo protege la National Trails System Act; una ley nacional de 2 de octubre de 1968 [Public Law 90–543] que el Congreso de los EE.UU. aprobó para salvaguardar el legado de estos senderos históricos (no solo hispánicos sino también vinculados con las trece colonias, la Guerra de la Independencia, las grandes migraciones e incluso los desplazamientos forzados de los nativos indios).
Esta legislación se adoptó por iniciativa del congresista por Arizona Steward Udall (1920-2010) -un destacado defensor de la normativa medioambiental… y senderista aficionado [3]- en su etapa como Secretario del Interior de los Estados Unidos (1961-1969), durante los mandatos de los presidentes John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson.
Citas: [1] LAORDEN, L. “Los cinco caminos españoles que son “National Historic Trails” de Estados Unidos (I): El “Camino Real de Tierra Adentro” (1598)”. En Rutas, 2018, nº 177, pp. 37 y 38. [2] SALINAS RAMOS; M. S. “Entre el reconocimiento y el abandono. La situación del Camino Real de Tierra Adentro en el norte de Guanajuato”. En: Pasos: Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 2016, vol. 14, nº 5, p. 1110. [3] BRYSON, B. Un paseo por el bosque. Barcelona: RBA, 2014.
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