miércoles, 3 de septiembre de 2025

El «Edicto de Unión» de Bretaña con Francia (1532)

Un breve apunte genealógico nos ayudará a contextualizar el momento histórico en que se adoptó este instrumento jurídico: cuando falleció el duque Francisco II de Bretaña (1435-1488), su hija y heredera Ana (1477-1514) se convirtió también en reina consorte de Francia –en dos ocasiones- al contraer nupcias con los monarcas Carlos VIII (1470-1498) y, a su muerte, con su sucesor al trono galo, Luis XII (1462-1515). De ese último matrimonio nació Claudia (1499-1524) que se casó con Francisco de Angulema [Luis XII -primo de su padre- le confió la administración de Bretaña el 25 de octubre de 1514; al año siguiente, lo sucedió como Francisco I de Francia (1494-1547)] y, entre otros hijos, tuvieron a Francisco III de Bretaña (1518-1536) que, al fallecer su madre, se convirtió en el último duque bretón y, por ser -al mismo tiempo- delfín francés (es decir, el heredero) estuvo cautivo en España de 1526 a 1530 –en diversas fortalezas castellanas como las de Ampudia o Villalba de los Alcores, junto a su hermano Enrique- por las cláusulas del «Tratado de Madrid» de 14 de enero de 1526 firmado por su padre, Francisco I, y el emperador Carlos I de España tras la derrota francesa en la Batalla de Pavía (1525), en garantía de que el padre cumpliría los términos del acuerdo.

Partiendo de ese complejo árbol familiar, los dos primeros personajes que se han citado sentaron las bases del devenir futuro del Ducado cuando el roi de France, Carlos VIII, y el duc de Bretagne, Francisco II, firmaron en la comuna de Sablé-sur-Sarthe el «Traité de Sablé» [o «Traité du Verger» porque el acuerdo se negoció en el Château du Verger] el 19 de agosto de 1488 para poner fin a sus enfrentamientos tras la derrota bretona en la Batalla de Saint-Aubin-du-Cormier (28 de julio de 1488).

Bandera de Bretaña | "la blanca y negra"

Hasta ese tratado, el Ducado había logrado mantener su independencia entre sus dos poderosos vecinos -Francia e Inglaterra- pero, a partir de entonces, los bretones pasaron a rendir pleitesía al monarca francés y se comprometieron a no recurrir a la ayuda de tropas extranjeras, entregar algunos castillos en garantía y necesitar el consentimiento de París para que la heredera pudiera contraer matrimonio (lo que incumplió al prometerse Ana con el emperador Maximiliano I de Austria -enemigo de Francia- y casarse con él por poderes; un enlace que anuló el Papa al no haberse consumado). Asimismo, no todos los nobles bretones estaban de acuerdo con aquella política ducal y algunos afrancesados se rebelaron firmando el «Tratado de Montargis» el 22 de octubre de 1488, que reconoció como soberano a Carlos VIII y aprobó las reglas de sucesión de Bretaña si el duque -como así ocurrió- moría sin dejar heredero varón, de modo que el monarca francés recibiría el Ducado.

Nantes Château des ducs de Bretagne

Francisco I firmó el edicto de unión definitiva del Ducado de Bretaña con el Reino de Francia en Nantes, el 13 de agosto de 1532 (ese mismo día, su hijo, el delfín, fue coronado duque con el nombre de Francisco III, en Rennes); y el 3 de septiembre de 1532 lo promulgó solemnemente en el castillo de Plessis-Macé (Anjou).

Con aquella firma, Bretaña se convirtió en provincia del Reino de Francia. Nantes perdió la capitalidad que le habían otorgado los últimos duques, pero conservó importantes instituciones: un teniente general que representaba al gobernador de Bretaña; la Cámara de Cuentas; un tribunal de justicia con competencias en asuntos territoriales y financieros (…) y el tribunal consular, con jurisdicción comercial, establecido en 1554). Ese mismo año, y durante algún tiempo, Nantes fue también, alternando con Rennes, la sede del parlamento, la máxima autoridad judicial de la provincia (*); es decir, aunque unida a Francia a perpetuidad, Bretaña conservó aún numerosos privilegios con cierta autonomía administrativa, legislativa y judicial que, finalmente, se abolieron la noche del 4 de agosto de 1789, en el marco de la Revolución Francesa.

Rennes Parlement de Bretagne

NB: desde 2016, con la nueva organización regional de Francia, Bretaña es tan solo una de sus doce regiones metropolitanas, con la peculiaridad de que su capital histórica, Nantes, ni siquiera forma parte de la región bretona sino del vecino País del Loira; y en cuanto al Parlamento de Bretaña que se estableció a raíz de la firma del «Edicto de Unión» en su actual capital regional, Rennes, hoy en día ejerce la función de tribunal de apelación (la Cour d'appel de Rennes) porque, como ya tuvimos ocasión de comentar, Francia representa la ilustración tópica del estado unitario.

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