miércoles, 17 de septiembre de 2025

Otro ejemplo de Estado sin nación

«Nigeria no es una nación, es una expresión geográfica. No existen nigerianos en el sentido en el que hay británicos o franceses. De ahí que todo aquí sea mucho más difícil que en cualquier otra parte y que debamos andarnos con cuidado». Estas palabras [fueron] pronunciadas por [Obafemi] Awolowo, uno de los más destacados dirigentes políticos de Nigeria, en octubre de 1969 [sic], sólo unos pocos días después de que el país accediese a la independencia. (…) Poblada por (…) el mayor censo demográfico de África, y dividida en una decena de etnias principales que se desglosan en multitud de familias perfectamente diferentes entre sí, Nigeria contaba -y cuneta- como división principal con el grupo norteño, caracterizadamente islámico, y el sureño, cristiano, aunque con fuertes influencias animistas. O lo que es lo mismo, esquematizando al máximo: los hausa y fulani, por un lado, y los yoruba y los ibos, en el otro [1]. En realidad, aquella frase la dijo Awolowo en 1947; hizo fortuna y la encontraremos repetida a menudo. En el mismo año, el más tarde primer ministro de la Federación, Abubakar Tafawa Balewa, dijo en la Cámara Legislativa del Norte: «Desde 1914 el Gobierno británico ha estado tratando de convertir a Nigeria en un país, pero los pueblos de Nigeria son históricamente diferentes en sus tradiciones, en sus creencias religiosas y costumbres, y no muestran deseo de unirse... La unidad de Nigeria está sólo en los designios de Gran Bretaña para el país». En efecto, Nigeria es una entidad geográfica artificial, marcada, por las fronteras de los territorios sobre los que Inglaterra estableció su soberanía [2].

Es decir, (…) no existía una Nigeria previa a la colonización de los británicos. Ni siquiera la Administración británica logró influir en los indígenas que habitaban esta tierra para conseguir el reconocimiento de una única comunidad política. En 1861 los británicos, que desde principio de siglo llevaban explorando los territorios de la actual Nigeria, y patrullando sus aguas para luchar contra el tráfico de esclavos, se anexaron Lagos como colonia británica. (…) La Conferencia de Berlín reconoce los derechos británicos sobre el actual territorio de Nigeria en 1884. En 1893, serán los territorios de la región del delta del Níger los que caerán bajo protectorado británico. Ante la presión de alemanes y franceses apostados a los lados del territorio nigeriano, los británicos dieron los primeros pasos para la constitución de los protectorados del sur, hacia finales de siglo, y del norte de Nigeria, posteriormente. A principios del siglo XX, las tropas británicas al mando de Frederick Lugard aparecieron por la región norte, negociando con unos emiratos y sometiendo a los que se resistieron, con el fin de integrarlos en un protectorado. En 1906 la conquista se había completado y tanto el reino de Borno como el Califato de Sokoto habían pasado a conformar el protectorado del norte de Nigeria.

A diferencia de lo que sucedería en el sur de Nigeria, donde la conquista duraría hasta 1909 con las últimas luchas protagonizadas por los igbos, los británicos, tras la conquista del norte de Nigeria, se cuidaron mucho de interferir en las estructuras sociales, la religión y la cultura de la región. (…) A lo largo del periodo colonial la administración territorial de Nigeria fue modificada en varias ocasiones, lo que es sintomático de los problemas de los británicos para darle una cierta armonía o sentido a dicha organización. A pesar de la diferencia entre el norte y el sur en la forma en la que la Administración británica se imponía, en 1914 ambos protectorados fueron fundidos en uno solo, sin que para ello fuera consultada su población. La presión ejercida por alemanes y franceses a ambos lados del territorio nigeriano forzó esta decisión que podemos calificar de estratégica [3].

Como Estado soberano, la República Federal de Nigeria alcanzó su independencia de Gran Bretaña el 1 de octubre de 1960. En aquel momento, era la más importante de las colonias británicas y constituía el país más poblado de África, mayor en extensión que cualquier Estado europeo, a excepción de la Unión Soviética, potencialmente rico, en el curso de un evidente progreso económico y con cuadros dirigentes competentes y preparados. (…) pero las contradicciones internas del país (…) no habían desaparecido, aunque la euforia de la recién lograda Independencia las hubiera relegado por algún tiempo a segundo plano, y pronto salieron a la superficie [4].

Durante los años 60, (…) en la escena internacional se esperaba que Nigeria se convirtiera en el principal ejemplo de democracia, capitalismo y desarrollo de África subsahariana. Se tenía la creencia de que la naciente Nigeria iba a reproducir fielmente el modelo de Westminster. Sin embargo, el Estado nigeriano que surge de la descolonización pronto da muestras de su incapacidad para asegurar la cobertura de las necesidades básicas de la mayor parte de la población. (…) Por otra parte, Nigeria no ha conocido cierta normalidad democrática hasta el año 1999, cuando [Olusegun] Obasanjo se convirtió en el primer presidente elegido democráticamente, y el año 2015, momento en el que por primera vez un partido de la oposición ganó las elecciones presidenciales y se hizo con el control de la Asamblea Nacional en unos comicios transparentes. No obstante, y a pesar de importantes avances en la consolidación de la democracia, el país sigue enfrentándose a atentados terroristas, conflictos intercomunitarios por los beneficios de la tierra y del petróleo, delincuencia, secuestros y la desconfianza de la población hacia el gobierno. De modo que, hoy en día, la gran potencia subsahariana no logra emerger y está siendo testigo de la proliferación de los llamados «conflictos armados no estatales», librados por grupos insurgentes y grupos comunales que luchan entre sí o que practican la violencia de manera unilateral contra la población, las autoridades gubernamentales o las fuerzas de seguridad del Estado [5].

En conclusión, Nigeria no es un Estado-nación convencional (…) No es exactamente una nación porque los nigerianos no están unidos por el idioma, la religión, la cultura o una historia nacional común. No es exactamente un Estado porque el gobierno es débil y se está debilitando, y no logra garantizar la seguridad de sus ciudadanos, el requisito principal de cualquier Estado [6].

PD: la Parte I de la Constitución nigeriana de 1999 define al país como un una Federación, indivisible e indisoluble, formada por treinta y seis estados [Abia, Adamawa, Akwa Ibom, Anambra, Bauchi, Bayelsa, Benue, Borno, Cross River, Delta, Ebonyi, Edo, Ekiti, Enugu, Gombe, Imo, Jigawa, Kaduna, Kano, Katsina, Kebbi, Kogi, Kwara, Lagos, Nasarawa, Nigeria, Ogun, Ondo, Osun, Oyo, Plateau, Rivers, Sokoto, Taraba, Yobe y Zamfara] y un Territorio Capital Federal [Abuya].

NB: en otra entrada anterior tuvimos ocasión de referirnos al ejemplo de Estado sin nación que representa Pakistán.

Citas: [1] TALON, V. “Biafra: la secesión que no pudo ser”. En: AA.VV. El despertar de África. Madrid: Historia 16, 1998, p. 91. [2] MUÑOZ, L. J. “La República de Nigeria, una situación federal”. En: Revista de estudios políticos, 1969, nº 165-166, p. 93. [3] SANTÉ ABAL, J. Mª. “Nigeria, elenco de conflictos”. En: AA.VV. Panorama geopolítico de los conflictos 2017. Madrid: Instituto Español de Estudios Estratégicos y Ministerio de Defensa, 2017,  pp. 238, 239 y 241. [4] MARIÑAS OTERO, L. “Nigeria: las raíces de una crisis”. En: Revista de Política Internacional, 1968, nº 99, p. 122. [5] GARRIDO GUIJARRO, Ó. “Nigeria, la gran potencia subsahariana que no logra emerger”. En: AA.VV. Panorama geopolítico de los conflictos 2022. Madrid: Instituto Español de Estudios Estratégicos y Ministerio de Defensa, 2022,  pp. 131. [6] CAMPBELL, J. Nigeria and the Nation-State: Rethinking Diplomacy with the Postcolonial World. Londres: Rowman & Littlefield Publishers, 2020.

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