lunes, 20 de febrero de 2023

Las primeras iniciativas legales turísticas españolas

Para el historiador estadounidense Sasha D. Pack, en España, a comienzos del siglo XX, (…) la era regeneracionista dio como fruto los primeros esfuerzos coordinados por aprovechar las visitas de los extranjeros, tanto por sus cualidades integradoras como por su potencial capacidad de cambiar la triste situación de las zonas menos desarrolladas. El primer intento se hizo con la fundación de la “Comisión Nacional para fomentar las excursiones artísticas y de recreo al público extranjero”, un pequeño programa creado en 1905 por un comité de políticos dinásticos, entre los que estaba el conde de Romanones, destacado liberal. La implicación estatal en la promoción del turismo extranjero –de hecho, la mera utilización de la palabra “turismo” en un organismo del gobierno era una novedad en Europa–. Esta comisión trabajó con pocos medios y menos experiencia, pero fue un emblema del incipiente reconocimiento del turismo como uno de los intereses nacionales [1]. 

Aquella pionera Comisión nacional encargada de fomentar en España las excursiones artísticas y de recreo del público extranjero fue creada por el Real Decreto, de 6 de octubre de 1905 [Gaceta de Madrid (precedente del actual BOE) nº 280, del día siguiente] bajo la presidencia del Ministro de Fomento para atraer la inmigración de excursionistas extranjeros.

Joaquín Sorolla (1910)
Retrato de Benigno de Vega-Inclán

En la siguiente década, la mencionada comisión fue sustituida por el Real Decreto, de 19 de junio de 1911, creando en esta Presidencia una Comisaría Regia, encargada de procurar el desarrollo del turismo y la divulgación de la cultura artística popular que se publicó en la al día siguiente. Su preámbulo afirmaba que: Por estímulo ajeno, nacido de la admiración que el extranjero siente hacia la España artística, y por decoro nacional, se impone la necesidad de que nuestra Patria preste la debida atención á los tesoros de arte que heredó de la antigüedad, dándoles el adecuado marco dentro de las exigencias de la vida moderna. De la mano del político vallisoletano Benigno de la Vega-Inclán (1858-1942), la Comisaría Regia del Turismo alcanzó su mayor logro con la organización de la exposición Sunny Spain (España Soleada), en el distrito de Earl's Court de Londres, en 1914… una excelente iniciativa que, sin embargo, no pudo llegar en peor momento para el turismo europeo, en vísperas de la I Guerra Mundial. En contraste con las instituciones similares que surgirían luego en otros países, esta comisión española estaba centrada sobre todo en la promoción, más que en la planificación empresarial [1].

Como en todas las naciones merece cada día atención mayor la organización del turismo, considerado como fuente de riqueza y prestigio nacionales, el siguiente paso se dio durante la dictadura de Primo de Rivera con el Real Decreto de 25 de abril de 1928 creando, dependiente de esta Presidencia el "Patronato Nacional de Turismo" (PNT) [como señala su preámbulo (Gaceta de Madrid nº 117, del 26)]. El organismo que se crea, al asegurar el enlace entre todos los elementos que cooperan a la atracción turística, ha de exteriorizar su acción en todas las variadísimas y complejas manifestaciones que integran la finalidad perseguida (…). 

Para la experta bibliotecaria María Teresa Ríos Reviejo: (…) el PNT se creó partiendo de una organización compleja en la que se incluyó un departamento exclusivamente dirigido hacia la promoción del turimo dentro y fuera de las fronteras del país. Su primera tarea fue la organización de dos exposiciones que llevaban varios años frenadas por muy diversas causas, la exposición Iberoamericana de Sevilla y la Internacional de Barcelona [2].

La trascendencia de aquel Patronato se reflejó en la exposición de motivos de la posterior Ley 48/1963, de 8 de julio, sobre competencia en materia turística: Las actividades turísticas han experimentado un aumento decisivo desde que en 25 de abril de 1928 se promulgó el Decreto de creación del Patronato Nacional de Turismo. Este aumento, que alcanza cada día porcentajes más relevantes, se refiere no sólo al volumen objetivo de crecimiento de las mismas y a su trascendencia económica, sino también a sus relaciones con el resto de las actividades nacionales. Las competencias que el Reglamento de 12 de enero de 1932 atribuyó al Patronato Nacional de Turismo han constituido el punto de partida de la normativa turística española, pero tanto éste como el Decreto de 15 de febrero de 1952 hacen una relación de competencias en tal modo casuística que no puede responder ya a las necesidades actuales planteadas, por lo que se hace imprescindible proceder a una clara delimitación de la competencia del Ministerio de Información y Turismo, salvando en cualquier caso la incidencia que sobre las manifestaciones turísticas deriva de la de otros órganos de la Administración central o local, en razón de aspectos generales, comunes a otras actividades, pues lo que se pretende es el tratamiento unitario de lo turístico en lo que tiene específicamente de tal. Esta normativa aún continúa vigente.

Citas: [1] PACK, S. D. La invasión pacífica: Los turistas y la España de Franco. Madrid: Turner, 2009, pp. 48 y 49. [2] RÍOS REVIEJO, Mª T. “Más que propaganda. Carteles y folletos para la imagen de un país”. En: Revista Hispania Nostra, 2014, nº 17, p. 36.

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