La pequeña Mary Ellen –hija de Francis y Thomas Wilson– nació en el violento barrio de Hell´s kitchen (la cocina del infierno), ubicado junto al río Hudson, en Manhattan, Nueva York (EEUU) en 1864; un lugar conocido en los ambientes literarios por ser las calles donde Mario Puzo situó la infancia de Vito Corleone en El Padrino y Lorenzo Carcaterra el drama autobiográfico de aquellos niños maltratados en Sleepers.
Cuando Francis enviudó, tuvo que ponerse a trabajar y dejar que una vecina, Mary Score, cuidara de la niña a cambio de una parte de su sueldo; pero dejó de pagarla y Mary Ellen, con dos años de edad, acabó siendo entregada al servicio municipal de caridad, que la dio en acogida al matrimonio McCormack, con una tramitación poco clara y con tan mala fortuna que el nuevo padre falleció repentinamente.
Su madrastra, la viuda Mary, se volvió a casar, con el señor Connoly, instalándose los tres en un apartamento de la calle 41 Oeste. Fue allí donde los vecinos comenzaron a sospechar que la niña sufría malos tratos y, aunque la pareja se mudó a un nuevo piso en la misma calle, sus antiguos vecinos decidieron contárselo a una asistente social metodista, la voluntaria Etta Angell Wheeler, que –con la excusa de preguntar por otro inquilino de la misma vivienda– entró en el hogar de los Connolly para comprobarlo en persona. Así descubrió que los padrastros sometían a Mary Ellen a constantes abusos físicos y que la niña permanecía encerrada todo el día en su cuarto, a oscuras, desnutrida y mal atendida, con el cuerpo golpeado y el rostro desfigurado por los cortes que le propinaban con unas tijeras.
La señora Wheeler trató de denunciar la situación de la pequeña pero, en aquel tiempo –mediados del siglo XIX– aún no existía ninguna norma que protegiera a los niños del maltrato infantil y la justicia se desentendió del caso hasta que la voluntaria metodista encontró un resquicio legal para lograr que la pequeña fuese protegida. Habló con el abogado Henry Bergh –que acababa de fundar la American Society for the Prevention of Cruelty to Animals en 1866– y ambos consiguieron que un juez de Nueva York dictara una sentencia en favor de Mary Ellen, en 1874, asimilando la situación de la pequeña de nueve años con la de cualquier animal que sí que tenían leyes que los protegían; de esta forma, lograron retirar la custodia a Mary Connoly, condenada a un año de cárcel por el juez Lawrence.
En 1875, el propio Bergh y otros dos filántropos (Eldridge T. Gerry y John D. Wright) crearon la New York Society for the Prevention of Cruelty to Children; la primera entidad que se fundó en el mundo para proteger a la infancia –actualmente es una prestigiosa oenegé– mediante la presentación de numerosas iniciativas legislativas en Nueva York (limitando los trabajos que podían realizar los menores, fomentando su atención médica o prohibiendo que se les vendieran armas) que fueron la base de la actual regulación estadounidense.
¿Y se sabe qué fue de la pequeña? El juez le concedió la custodia a su salvadora y se la llevó a vivir al campo, en Róchester (Nueva York), a la casa de su madre; cuando ésta falleció, cuidó de ella la hermana de Etta, hasta que Mary Ellen se casó y creó su propia familia con dos hijas.
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