
Oficialmente, Madrid es capital del reino desde hace 450 años, cuando Felipe II lo estableció en una cédula real el 8 de mayo de 1561 y sólo dejó de serlo en el breve quinquenio –de 1601 a 1606– en que la Corte se trasladó a Valladolid, por influencia del valido real, el Duque de Lerma, y la suculenta oferta que realizó la ciudad del Pisuerga a las arcas de la Corona. Frente a las opciones de Lisboa, Toledo o Valladolid, la villa madrileña ofrecía algunas ventajas que decantaron la capitalidad a su favor: su estratégica situación geográfica (en pleno centro peninsular), la ausencia de una sede episcopal (que residía en Alcalá) lo que evitaba suspicacias con otra autoridad, un buen clima y suministro de agua y la posibilidad de adaptar el trazado urbano al futuro desarrollo.
Desde un punto de vista jurídico, la regulación especial de la ciudad de Madrid se aprobó, por primera vez, mediante el Decreto 1674/1963, de 11 de julio, con el que se trató de dar respuesta a los delicados aspectos que ofrece la administración municipal madrileña, como consecuencia de ser, además del Municipio más populoso de la nación, la capital del Estado y sede del Gobierno nacional. Hoy en día, su estatuto se regula en la Ley 22/2006, de 4 de julio, de capitalidad y de régimen especial de Madrid, como ciudad-capital del Estado y sede de sus instituciones más importantes.
PD: la tradición cuenta que la capitalidad del Reino regresó de Valladolid a Madrid en 1606 gracias a un documento de traslado que se firmó en los salones del castillo de Ampudia (Palencia).
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