El 14 de diciembre de 1946, la Asamblea General de las Naciones Unidas –reunida en su sede provisional de Londres– aceptó la invitación que le había formulado el Congreso de los Estados Unidos, el 10 de diciembre de 1945, para que este país se convirtiera en anfitrión de la nueva organización internacional, acordando que la ONU se establecería en las cercanías de la ciudad de Nueva York. En aquel momento, los 8.500.000 de dólares que ofreció John D. Rockefeller, Jr. por unos terrenos situados en la margen este de la isla de Manhattan, junto al East River, terminaron por decantar la elección de esta ciudad en detrimento de otras alternativas próximas como Filadelfia o Boston. La parcela que eligió el multimillonario para construir el cuartel general de la ONU se completó con otros terrenos cedidos por el propio ayuntamiento neoyorquino hasta formar las cerca de 7 hectáreas que ocupa en la actualidad este territorio internacional dentro de la Gran Manzana. En su momento, aquel barrio era una zona deprimida donde se habían instalado un antiguo matadero y un almacén para descargar las barcazas que transportaban las mercancías del ferrocarril.
Casi tres años más tarde, el 24 de octubre de 1949 se colocó la primera piedra de un complejo formado por cuatro edificios principales –la Secretaría (el rascacielos acristalado de 39 plantas), la Asamblea General (la construcción blanca y ligeramente cóncava situada tras la hilera de mástiles con las banderas de los 193 Estados miembros), la Biblioteca Dag Hammarskjöld (en homenaje al que fuera segundo Secretario General de las Naciones Unidas que falleció en un accidente durante un viaje institucional para mediar en el conflicto de Katanga en el Zaire, en 1961) y el Edificio de Conferencias con los salones de los Consejos– donde trabajan unas 5.000 personas. En el diseño de este conjunto intervino un equipo formado por prestigiosos arquitectos de todo el mundo [Nikolai G. Bassov (de la antigua Unión Soviética), Gaston Brunfaut (Bélgica), Ernest Cormier (Canadá), Charles-Edouard Jeanneret, Le Corbusier (Francia), Liang Seu-Cheng (China), Sven Markelius (Suecia), Oscar Niemayer (Brasil), Howard Robertson (Reino Unido), G. A. Soilleux (Australia) y Julio Vilamajó (Uruguay)] encabezado por el estadounidense Wallace K. Harrison, como director de un proyecto que costó 65.000.000 de dólares, 20.000.000 menos de los inicialmente previstos porque se rebajó seis pisos la altura de la Secretaria, hasta alcanzar los 170 m., gracias a un préstamo sin intereses del Gobierno de Washington que la ONU terminó de pagar en 1982.
Con una altura de 22 m., la gran sala verde y dorada que ocupa la Asamblea General tiene capacidad para albergar a 6 representantes de cada uno de los Estados que forman parte de la ONU junto a una tribuna para los medios de comunicación y el público; en total: 1.898 asientos. En el "escandinavo" Edificio de Conferencias se encuentran los salones del Consejo de Seguridad, una sala que fue obsequiada por Noruega y diseñada por el arquitecto Arnstein Rynning Arneberg con un gran mural pintado al óleo por Per Lasson Krogh en la pared oriental, simbolizando la promesa de la paz y la libertad individual en el futuro; el Consejo Económico y Social, en este caso, fue un regalo de Suecia diseñado por el modernista Sven Gottfried Markelius; y, por último, el Consejo de Administración Fiduciaria, que sufragó Dinamarca, con obras de Finn Juhl y Henrik Starcke [autor de la escultura de roble de 2,74 metros que preside el salón y que representa una mujer extendiendo los brazos para soltar un pájaro].
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