miércoles, 1 de diciembre de 2010

Justicia simbólica (Roma)

Entre los romanos, el ministro de justicia se denominaba lictor y salía por las calles delante de magistrados como los cónsules, y de otros cargos, para ejecutar sus mandatos a la voz de: Quirites, consul venit (¡Ciudadanos, viene el cónsul!). Al parecer, el origen de su nombre procede del verbo ligare (atar) porque los lictores eran los encargados de atar a los reos de pies y manos antes de golpearlos con unas varas para cumplir con el castigo impuesto por la magistratura.

Sin embargo, la imagen que ha trascendido de ellos, con el paso de los siglos, está más relacionada con su insignia: las fasces.

Este antiguo emblema, que ya utilizaron los etruscos, consistía básicamente en un haz de 30 varas de madera sujetas con cintas de cuero, formando un cilindro, donde se ataba una segur (el filo de un hacha); de este modo, cuando el lictor caminaba con las fasces al hombro, delante de los magistrados, simbolizaba su autoridad para impartir justicia (las varas) y ejecutarla (el hacha); es decir, la fuerza al servicio del Derecho.

Siglos más tarde, en 1922, este símbolo de la justicia romana fue utilizado por Benito Mussolini y sus “camisas negras” después de la marcha sobre la capital italiana cuando instauraron un régimen nacionalista y totalitario que exaltaba el esplendor de la Antigua Roma. De esta forma, aquellas fasces se convirtieron en el icono de “Il Duce” y acabaron dando nombre a un nuevo movimiento: el fascismo.

Hoy en día, sin aquel carácter ideológico sino haciendo hincapié en la idea de unidad, las fasces continúan formando parte de numerosos emblemas como los escudos de Francia o Ecuador o –junto a una espada– en la imagen de la Guardia Civil, el Instituto Armado de naturaleza militar que, en España, forma parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

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