Con una media de 69 mujeres asesinadas en España por sus parejas, durante el quinquenio 2006-2010 –según los datos del portal en internet del Ministerio de Igualdad– resulta casi imposible delimitar si alguno de esos crímenes también estuvo relacionado con la honorabilidad de la familia de la víctima; una dificultad que se pone de manifiesto en uno de los escasos supuestos que ha trascendido a los medios de comunicación. Sólo tenemos que analizar el tratamiento periodístico que dio la prensa a un caso que sucedió el 29 de julio de 2009.
· El periódico bilbaíno El Correo publicó la siguiente noticia: Asesta 20 cuchilladas a su hija al descubrir que salía con un joven que no es musulmán; a continuación, J. Domínguez informaba en su crónica que el agresor era un hombre de 43 años que imponía estrictas normas religiosas a su familia y que fue detenido –en estado de embriaguez– acusado de asestar una veintena de navajazos a Mumai, su hija de 20 años, en el domicilio familiar de la localidad vizcaína de Portugalete, al descubrir una foto que demostraba la relación de su hija con un joven que no es musulmán. Con esos datos y conociendo los precedentes de asesinatos similares ocurridos en toda Europa, nos encontraríamos ante un intento frustrado de crimen de honor;
· Sin embargo, en otro medio de comunicación –el diario Público– Kike Alonso firmaba la misma noticia pero planteándola como un choque generacional, una discusión que tuvo su origen en el choque cultural entre las dos generaciones de esta familia de origen magrebí.
· Dando un paso más, en el diario El País, sus redactores escribieron Una mujer grave tras recibir de su padre 20 puñaladas y no dudaron en calificarlo como una tragedia sufrida por esta familia de origen magrebí, que aumenta los casos de violencia doméstica;
· Finalmente, la redacción de El Mundo abordó la agresión de la siguiente manera: Asesta 20 navajazos a su hija y hiere a otros dos hijos en Portugalete: Un hombre de 43 años de edad fue detenido hoy en Portugalete (Vizcaya) acusado de asestar 20 navajazos a una de sus hijas y causar lesiones a otros dos, según informó la Ertzaintza (…) La Policía vasca le imputa un delito de homicidio en grado de tentativa y dos delitos de lesiones. Leyéndolo así, esta agresión sería, sin duda, un triste ejemplo de violencia de género.
Este es el único caso español que conozco que podría ajustarse a la definición de crimen de honor (afortunadamente, en grado de tentativa) aunque, por supuesto, las mujeres han sufrido otras agresiones: recordemos a Fatima Ghailan, la musulmana de Cunit (Tarragona) que denunció a su imán por amenazas, coacciones y calumnias en enero de 2010 (el religioso le reprochaba que vistiera sin velo y que se relacionara con españoles no musulmanes); o aquella española que fue secuestrada a punta de cuchillo en Nuakchot (Mauritania) por un sirio que pretendía casarse con ella a la fuerza, en mayo del mismo año. No son crímenes de honor sino casos de maltrato psicológico o de agresión física que manifiestan una violencia de género contra estas mujeres simplemente por su condición de ser mujer. De ahí la dificultad de discernir en España entre esa violencia y los crímenes motivados por el honor familiar.
· El periódico bilbaíno El Correo publicó la siguiente noticia: Asesta 20 cuchilladas a su hija al descubrir que salía con un joven que no es musulmán; a continuación, J. Domínguez informaba en su crónica que el agresor era un hombre de 43 años que imponía estrictas normas religiosas a su familia y que fue detenido –en estado de embriaguez– acusado de asestar una veintena de navajazos a Mumai, su hija de 20 años, en el domicilio familiar de la localidad vizcaína de Portugalete, al descubrir una foto que demostraba la relación de su hija con un joven que no es musulmán. Con esos datos y conociendo los precedentes de asesinatos similares ocurridos en toda Europa, nos encontraríamos ante un intento frustrado de crimen de honor;
· Sin embargo, en otro medio de comunicación –el diario Público– Kike Alonso firmaba la misma noticia pero planteándola como un choque generacional, una discusión que tuvo su origen en el choque cultural entre las dos generaciones de esta familia de origen magrebí.
· Dando un paso más, en el diario El País, sus redactores escribieron Una mujer grave tras recibir de su padre 20 puñaladas y no dudaron en calificarlo como una tragedia sufrida por esta familia de origen magrebí, que aumenta los casos de violencia doméstica;
· Finalmente, la redacción de El Mundo abordó la agresión de la siguiente manera: Asesta 20 navajazos a su hija y hiere a otros dos hijos en Portugalete: Un hombre de 43 años de edad fue detenido hoy en Portugalete (Vizcaya) acusado de asestar 20 navajazos a una de sus hijas y causar lesiones a otros dos, según informó la Ertzaintza (…) La Policía vasca le imputa un delito de homicidio en grado de tentativa y dos delitos de lesiones. Leyéndolo así, esta agresión sería, sin duda, un triste ejemplo de violencia de género.
Este es el único caso español que conozco que podría ajustarse a la definición de crimen de honor (afortunadamente, en grado de tentativa) aunque, por supuesto, las mujeres han sufrido otras agresiones: recordemos a Fatima Ghailan, la musulmana de Cunit (Tarragona) que denunció a su imán por amenazas, coacciones y calumnias en enero de 2010 (el religioso le reprochaba que vistiera sin velo y que se relacionara con españoles no musulmanes); o aquella española que fue secuestrada a punta de cuchillo en Nuakchot (Mauritania) por un sirio que pretendía casarse con ella a la fuerza, en mayo del mismo año. No son crímenes de honor sino casos de maltrato psicológico o de agresión física que manifiestan una violencia de género contra estas mujeres simplemente por su condición de ser mujer. De ahí la dificultad de discernir en España entre esa violencia y los crímenes motivados por el honor familiar.
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