
El psiquiatra portugués José Luis Pío ha considerado, con buen criterio, que la razón y la justicia son las grandes armas del paranoico. Su razón y su justicia, porque el paranoico no está concebido para un Estado de derecho en el que la razón se discute y la justicia está en los códigos. La verdad del paranoico debe salir vencedora y su justicia tiene que hacerse a toda costa, aunque haya que esperar años y años para que se ejecute [Pío, J.L. Cómo volverse loco. Barcelona: Paidos, 2008, p. 36]. Partiendo de esta base, podríamos establecer un cierto paralelismo: si en Medicina se trata a los hipocondríacos angustiados por su salud, en Derecho, los pasillos de los tribunales se han convertido en el hábitat natural de los querulantes, cuya vida transcurre entre denuncias y recursos, litigando por cualquier motivo que, al resto de la sociedad, le parecerá absurdo e intrascendente.
Como no podía ser de otra manera, tratándose de verdaderos “litigantes profesionales”, este singular delirio ha llegado a todas las instancias judiciales, españolas y europeas, donde se han tenido que resolver numerosos asuntos relacionados con demandantes que padecen este anormal trastorno de su personalidad; por ejemplo, puedes consultar una interesante sentencia de la Audiencia Provincial de La Rioja [SAP LO 84/2013, de 26 de febrero] sobre el delirio querulante.
Esa actitud, que le hace presentar un comportamiento “pleitista, reivindicativo y oposicionista” manifestándose “en forma de huelgas de hambre repetidas, denuncias a altas instancias de todo tipo, autolesiones ocasionales, y hetereoagresividad hacia el personal funcionario” -como se diagnosticó en el informe psiquiátrico que formó parte de un asunto que el Tribunal Supremo resolvió mediante la sentencia 7488/2008, de 30 de diciembre- consigue agravar aún más la paranoia del demandante porque, al incluir una mención expresa de su comportamiento, en el texto de la resolución judicial, no solo se sentirá defraudado por no haber obtenido la justicia que demandaba sino que, además, se habrá menoscabado su honor por lo que –de acuerdo con su delirio– no le quedará más remedio que interponer un nuevo recurso para defender su honorabilidad.
NB: en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid se conserva este lienzo de 1790, donado en 1840 por Vicente María de Vergara, secretario de la Academia de Valencia, y atribuido a José Vergara Gimeno titulado "Figura de un litigante temerario" que contiene la siguiente leyenda: consumió su hacienda en pleytos llegando al mayor apuro de la miseria; y lexos de escarmentar, está cavilando por donde introducir recursos, para promover nuevos artículos, y lograr sus infundadas pretensiones.
En este link se encuentra la imagen del cuadro en mención
ResponderEliminarhttp://ceres.mcu.es/pages/Viewer?accion=4&AMuseo=MRABASF&Ninv=0239
Genial Arturo, muchísimas gracias. Cuando redacté esta entrada no pude encontrarlo. Ahora lo incluyo. Feliz año nuevo, Carlos
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