En 1670, el rey de Francia Luis XIV (1638-1715) encargó al Jefe de Policía de París, Gabriel Nicolas de La Reynie (1625-1709), que se hiciera cargo de investigar el extraño fallecimiento de la hija pequeña de Carlos I de Inglaterra, Henrietta-Anne, el 30 de junio de aquel año, supuestamente envenenada en el château de Saint-Cloud con un vaso de agua. Posteriormente se descubrió que había muerto víctima de una peritonitis, pero su investigación precipitó que, dos años más tarde, otra muerte pusiera al descubierto una verdadera trama de feroces envenenadores.
El oficial de caballería, Jean Baptiste Godin de Sainte-Croix falleció por causas naturales en 1672, dejando un sobre lacrado para que se abriera sólo en el caso de que él muriese antes que su amante, Madeleine d'Aubray, marquesa de Brinvilliers (1630–1676). De este modo se descubrió que el militar había ayudado a la mujer a envenenar a su padre y a dos de sus hermanos para quedarse con toda la fortuna familiar mediante el llamado polvo de la herencia (poudre de succession) que Godin aprendió a utilizar durante su reclusión en la prisión de La Bastilla, gracias a las revelaciones de su compañero de celda, el italiano Exili, un famoso químico de la época. Con la documentación que hallaron entre los bienes del difunto militar, el policía La Reyne consiguió localizar y detener a la marquesa en Lieja, el 25 de marzo de 1675, donde había huido para refugiarse en un convento; de regreso a Francia, se la juzgó y, en 1676, fue condenada a morir decapitada y que sus restos fuesen incinerados.
Pierre Mignard | Retrato de G. N. de La Reynie (s. XVII) |
El caso adquirió connotaciones de escándalo público cuando, durante el proceso contra la marquesa de Brinvilliers, salieron a la luz una interminable lista de miembros de la aristocracia francesa que habían fallecido presuntamente envenenados por otros nobles; así como las prácticas a las que se recurría entre ellos para prosperar en la Corte sirviéndose de venenos, brebajes, hechizos y ungüentos con tal de librarse de los rivales que supusieran algún obstáculo en sus carreras o para lograr que las damas abortasen, práctica que entonces era delito.
Dada la magnitud que empezaron a tomar los acontecimientos, Luis XIV tuvo que crear un órgano de instrucción especializado para investigar todas las ramificaciones de la trama –el denominado Tribunal de los Venenos (La Cour des Poisons)– que funcionó de 1679 a 1682. La principal encausada fue Catherine Deshayes (1640-1680) a la que se acusó de brujería, por lo que fue quemada viva en el tradicional cadalso de París: la Place de Greve, actual Plaza del Ayuntamiento. La Reynie continuó con sus investigaciones, centrándose cada vez más en el círculo íntimo del Rey Sol hasta que se acercó demasiado a su real figura y el monarca ordenó disolver el nuevo tribunal y poner fin a la instrucción del caso durante el que se había llegado a procesar a más de 400 personas, 36 de las cuales fueron ejecutadas.