Si Locusta puede ser calificada como la asesina en serie más prolífica de la Historia, en el género masculino, ese dudoso título no le corresponde a ningún miembro de los famosos hashshashin [en árabe, consumidores de hachís, de donde procede etimológicamente la palabra asesino; en referencia a aquéllos fieles guerreros que Hassan ibn Sabbah lideró desde su inexpugnable fortaleza del Alamut (actual Irán) en el siglo XI] sino al líder de los Thug de la India. Como ha señalado el historiador Mike Dash en su libro Thug: The True Story of India's Murderous Cult [Londres: Granta Books, 2005] , nunca se ha documentado en la Historia la existencia de un grupo de asesinos tan mortales como ellos. Su primera referencia documental se remonta a mediados del siglo XIV, cuando se les mencionó en el libro Ziya-ud-Din-Barani, publicado en 1356; pero su periodo de mayor apogeo transcurrió entre comienzos del siglo XVII, durante el reinado en Delhi del emperador mogol Akbar el Grande, hasta su eventual desaparición a manos del oficial británico William Sleeman en 1840.
En esos doscientos años, los thug [ladrón, en sánscrito] se convirtieron en un letal grupo de delincuentes que asaltaban a los viajeros de las carreteras indias en honor a la diosa Kali, con tanta efectividad que, en esos dos siglos, se estima que decenas de miles de hombres, mujeres y niños simplemente desaparecieron sin dejar rastro Su modus operandi consistía en sorprender a los viajeros, estrangularlos con un pañuelo y robarles todas sus pertenencias antes de enterrar los cuerpos rápidamente. Se calcula que solo el líder de la secta, Thug Behram utilizó su rumal (un turbante o bandana de tela amarilla) para estrangular a 931 personas en el medio siglo que transcurrió entre 1790 y 1840 (año en el que fue ejecutado en la horca). Una cifra tan inaudita que, de hecho, forma parte del Libro Record de los Guinness como el mayor asesino en serie de todos los tiempos. El superintendente sir William Henry Sleeman fue el responsable de lograr detenerlo gracias a su hábil estrategia de sobornar a sus propios vecinos y convertirlos en sus confidentes.
William Carpenter | Los Thug (1857) |
Por último, el intelectual madrileño Constancio Bernaldo de Quirós (1873-1959) destacó de esta secta su curioso fenómeno de la división de trabajo: (...) estaban divididos en tres clases los iniciados de la secta: los "sutas", los "butotes" y los "lugas"; extraña forma de división del trabajo del equipo criminal de tres órdenes de ejecutores. Los primeros, con la misión reservada de preparar la emboscada fatal para la víctima; los intermedios, los verdaderos estranguladores, mediante el nudo corredizo de un pañuelo; los últimos, finamente, que cavaban la sepultura para la víctima y borraban después cuidadosamente sus huellas [BERNALDO DE QUIRÓS, C. Cursillo de Criminología y Derecho Penal. Ciudad Trujillo: Montalvo, 1940, pp. 165 y 166].