Si hace unos meses hablábamos en otro in albis de la dramática vida de la poetisa Florbela (Lobo) Espanca –la primera mujer que pudo matricularse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Lisboa– hoy conoceremos a otro escritor y jurista portugués. Una de las ventajas evidentes que tiene el éxito del fútbol es que, gracias a los triunfos del Barça, a estas alturas de la vida ya no hará falta indicarle a nadie cómo se debe pronunciar la cedilla (“ç”) de José María Eça de Queiroz.
El novelista nació en Póvoa de Varzim, muy cerca de Oporto, el 25 de noviembre de 1845 y, curiosamente, siendo hijo ilegítimo del magistrado José María de Almeida Teixeira de Queiroz, en su partida de nacimiento sólo se inscribió el nombre del padre, no el de la madre, que se registró como “desconocida” (filho de mãe incógnita) Durante su infancia, el joven escritor fue criado por sus abuelos paternos en Verdemilho hasta que lo matricularon en un internado de Oporto; desde el que se trasladó a Coímbra para estudiar Derecho. Al finalizar la carrera, José María abrió un despacho de abogados en la céntrica plaza Rossío de Lisboa, en 1867, pero sólo ejerció durante un par de años. A lo largo de este tiempo comenzó a publicar sus primeros relatos y crónicas de viajes que acabaría compaginando con su carrera, primero como administrador del Ayuntamiento de Leiría y después como cónsul de Portugal en La Habana, Newcastle, Bristol y, desde 1888, en París, ciudad en la que falleció el 16 de agosto de 1900.
Su estilo literario ha sido considerado como el gran renovador de las letras portuguesas, el creador de la novela moderna en su país, un autor naturalista y sutilmente crítico con los problemas de la sociedad, un anticlerical que logró un gran éxito… En España, una de sus obras más conocidas es El crimen del Padre Amaro (O crime do Padre Amaro) publicada en una primera versión en 1875 y famosa por su adaptación cinematográfica de 2002, que trasladó la acción del interior de Portugal al de México.
La novela cuenta la historia de un hombre muy joven, que acababa de salir del seminario (…) un buen chico, bastante despierto que llega a Leiría para sustituir al párroco de la catedral; alojándose como huésped en casa de la São Joaneira donde también vive Amélia (…) una muchacha joven... que se enamora del sacerdote: Amaro no sabía cuando paseaba nervioso por su habitación, que ella lo escuchaba desde arriba, regulando por sus pisadas los latidos de su corazón, abrazándose a la almohada, desfallecida de deseo. Y el amor al prójimo acabó con el riesgo de un parto y de una muerte que algunos consideraron un crimen, descubriendo la hipocresía de aquella sociedad y la particular situación de la Iglesia. Un libro muy recomendable por el que no se nota que hayan pasado más de 130 años.
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