- Endomorfo. Visceras digestivas pesadas y desarrolladas, con estructuras somáticas relativamente débiles. Bajo peso específico, gordura.
- Mesomorfo. Desarrollo de estructuras somáticas (huesos, músculos y tejido conjuntivo) alto peso específico, duro, erecto, fuerte y resistente.
- Ectomorfo. Frágil, lineal, chato de tórax y delicado; extremidades largas y delgadas, músculos pobres.
De aquí deduce 3 temperamentos:
- Viscerotónico. Es endomorfo, comodino, lento, glotón, sociable, cortés, amable, tolerante, satisfecho, dormilón, blando, hogareño, extrovertido.
- Somatotónico. Es mesomorfo, firme, aventurero, enérgico, atlético, ambicioso, osado, valiente, agresivo, inestable, inescrupuloso, estrepitoso.
- Cerebrotónico. Es ectomorfo, rígido, rápido, introvertido, aprensivo, controlado, asocial, inhibido social, desordenado, hipersensible, insomne, juvenil, solitario.
La importancia de los estudios de Sheldon es que, al aplicarse la clasificación a grupos de delincuentes, se encontró que la mayoría son mesomorfos. Los GLUECK [matrimonio al que volveremos a referirnos al final de esta entrada], en su notable estudio, encontraron que entre la población criminal hay un 60.1% de mesomorfos, mientras que en los no delincuentes hay 30.7%. En cuanto al ectomorfo, es el tipo menos criminal, pues sólo se encuentra en el 14.4% de los delincuentes, en contraste con el 39.6% de los no delincuentes [4].
Es cierto –como afirma la antropóloga María Villanueva– que con la escuela biotipológica norteamericana que inicia Sheldon, se introduce por primera vez, la posibilidad de cuantificar de manera objetiva aquello que en las escuelas anteriores se había definido: tipos físicos distintos, incluso opuestos, que poseen formas, temperamentos y también patologías determinadas. El comportamiento, los hábitos, la composición corporal, todo varía de un ser a otro. Hay características peculiares en unos, que no aparecen en otros. Sin embargo, la gran mayoría de los sujetos eran definidos como tipos intermedios sin ser iguales entre sí. La somatotipología ha permitido clasificar objetivamente a todos , ya sea que posean una constitución extrema o una intermedia. Ello fue un gran avance, pero trajo consigo manías clasificatorias que han hecho que el biotipo pierda su dinámica, y seguimos aún lejos de conocer más a fondo, al gran complejo de manifestaciones propias del cuerpo humano [5].
Para concluir con el Dr. Sheldon, el profesor García-Pablos de Molina destaca que sus tipos no eran entidades unitarias sino grados de tendencia e interrelación en el que predomina uno u otro estrato; es decir, reconoce la existencia de una pluralidad flexible de somatotipos susceptibles de complejas combinaciones reflejadas en una puntuación del 1 al 7 [6]. Y todo ello, tras haber analizado no solo a un grupo experimental (dos centenares de jóvenes delincuentes que cumplían condena en Massachusetts) sino también a un grupo de control (con lo que salvaba la habitual crítica a las otras tres escuelas).
Por último, conviene referirse a otros autores que siguieron en Estados Unidos la senda abierta por William Sheldon:
- Los criminológos neoyorkinos Sheldon Glueck (1896-1980) y su esposa, Eleonor [Touroff] Glueck (1898-1972) –los GLUECK a los que se refería Rodríguez Manzanera– en varios estudios con delincuentes juveniles, intentaron encontrar correlaciones entre los biotipos y el comportamiento ilícito de los sujetos estudiados. En muchos de sus trabajos utilizaron una taxonomía basada en los tres tipos básicos de la clasificación ideada por William Sheldon, con la adición de un cuarto tipo, designado por ellos como el “tipo balanceado”, que comprendía a aquellos jóvenes en quienes no era fácil discernir la prevalencia de un específico somatotipo (…) [7].
- Y los psicólogos –aunque son más reconocidos por su faceta como expertos en exorcismos y posesiones– Juan Bautista Cortés y Florence M. Gatti cuando publicaron el resultado de una década de investigaciones en Delinquency and Crime: A Biopsychosocial Approach, en 1972; enfatizaron la idea –evidente para cualquiera pero, al parecer. desconocida en todas las escuelas de biotipologías que hemos examinado– de que la constitución física de las personas puede cambiar a lo largo de su vida –se engorda y adelgaza, te pones a dieta, vas al gimnasio o te sometes a operaciones estéticas de reducción– de modo que nos encontramos ante un proceso caracterizado por su dinamismo donde intervienen la genética y el entorno. En este caso, se les criticó que su muestra de estudio resultaba escasamente significativa [8].
Citas: [1] BENAVENT, J. Estudio diferencial de constitución corporal, aptitudes físicas y rasgos de personalidad en una muestra de estudiantes de educación física. Madrid: INEF, UPM, 1982, p. 49. [2] MONBOURQUETTE, J. Autoestima y cuidado del alma. Buenos Aires: Bonum. 4ª ed. 2008, p. 17. [3] PÉREZ FERNÁNDEZ, F. Mentes criminales. Madrid: Nowtilus, 2012, p. 192. [4] RODRÍGUEZ MANZANERA, L. Criminología. Ciudad de México: Porrúa, 2ª ed., 1981, pp. 292 y 293. [5] VILLANUEVA SAGRADO, Mª. Manual de técnicas somatotipológicas. Ciudad de México: UNAM, 1991, p. 81. [6] GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, A. Tratado de Criminología. Valencia: Tirant, 4ª ed., 2009, p. 465. [7] RESTREPO FONTALVO, J. Criminología: Un enfoque humanístico. Bogotá: Editorial Temis. 2014, p. 241. [8] REID, S. T. Crime and Criminology. Frederick: Aspen, 2018, p. 68.
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