Hoy en día, el ordenamiento jurídico de 27 de los 50 Estados de los EE.UU. [Alabama, Arizona, Arkansas, California, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Dakota del Sur, Florida, Georgia, Idaho, Indiana, Kansas, Kentucky, Luisiana, Misisipi, Misuri, Montana, Nebraska, Nevada, Ohio, Oklahoma, Oregón, Pensilvania, Tennessee, Texas, Utah y Wyoming] contemplan y aplican la pena capital; en otros 4 [Colorado, Delaware, Nuevo Hampshire y Washington] ha sido abolida o declarada inconstitucional pero aún cuentan con presos encarcelados en el corredor de la muerte. Los otros 19 son abolicionistas.
En los Estados retencionistas, aunque cada uno elabora su propio manual para reglamentar el proceso de ejecución –puesto que no existe una normativa común federal- solo existen cinco métodos para llevarla a cabo:
- La inyección letal [el más habitual, mediante una dosis masiva de tres compuestos químicos: tiopental sódico (también conocido con el nombre comercial de Pentotal), para inducir una anestesia general; bromuro de pancuronio, que causa la parálisis de los músculos, incluido el diafragma; y cloruro de potasio, que produce un paro cardiaco; aunque cada Estado también puede elegir su propio cóctel de fármacos: pentobarbital en Delaware, midazolam en Misisipi, diazepam en Nebraska, bromuro de vecuronio en Oklahoma, etc.] [3] y, en un porcentaje mucho menor,
- El envenenamiento en una cámara de gas,
- La electrocución (en la silla eléctrica),
- El ahorcamiento y
- El fusilamiento. Vamos a centrarnos en este último supuesto.
Actualmente, morir ajusticiado delante de un pelotón se regula, de forma secundaria, en cuatro Estados: Misisipi, Oklahoma, Utah (donde se prioriza la electrocución) y Carolina del Sur (tras la inyección letal). En ese contexto se produjo la singular ejecución de Andriza Mircovich el 14 de mayo de 1913, en la Prisión Estatal de Nevada, en Carson City (la capital nevadense).
Dos años antes, por influencia de la comunidad mormona, el poder legislativo bicameral del Estado [Nevada Legislature] adoptó una norma que entró en vigor en 1911 por la que se permitía a los reos condenados a muerte que fuesen ellos mismos quienes pudieran elegir el método de ejecución: pelotón u horca [execution by shooting or hanging]. Esta disposición estuvo vigente hasta 1921 (en la actualidad, el único método legal que se autoriza en Nevada es la inyección letal).
En ese compás de espera, entre 1911 y 1921, el 14 de mayo de 1912, el minero Andriza (Andrew) Mircovich -un emigrante austrohúngaro de origen serbio- apuñaló al senador John Gregovich en la localidad de Tonopah, al considerar que, por su culpa, él no había podido recibir la herencia de un familiar fallecido en un accidente. El juicio se celebró el 12 de junio de aquel mismo año, en el Nye County Courthouse, presidido por el juez del condado Mark R. Averill; Mircovich -defendido por los abogados George Bayard Thatcher y Patrick M. Bowler- acabó siendo condenado a muerte por el jurado. El veredicto fue apelado pero la Nevada Supreme Court confirmó la sentencia de primera instancia.
De acuerdo con la normativa vigente en aquel momento en el Estado Plateado, Andriza Mircovich pudo elegir entre morir ahorcado o que un pelotón lo fusilara y optó por el segundo método al considerar que el otro le ocasionaría un sufrimiento más prolongado. El problema surgió cuando George Cowing, alcaide de la Nevada State Prison, no logró encontrar cinco voluntarios para integrar el pelotón que ejecutara al reo mediante una descarga de fusilería.
Tras renunciar al cargo, el nuevo responsable, Denver S. Dickerson, encontró la solución, única por su singularidad en toda la historia estadounidense: construir una máquina de fusilamiento, la Shooting Gallery of Steel, formada por un cobertizo con tres ventanucos por los que sobresalían tres rifles, montados sobre una estructura metálica, con los gatillos unidos a tres cuerdas para que, desde fuera, tres funcionarios de la prisión tiraran al azar de cada una de ellas. Dos efectuarían un disparo al corazón del condenado, sentado enfrente, porque la tercera carga sería de fogeo. Así no se sabría qué guardia fue su verdadero ejecutor. Sin duda, fue un caso único.
Citas: [1] BEDAU, H. A. The Death Penalty in America: Current Controversies. Oxford: Oxford University Press, 1998, p. 3. [2] DPIC. [3] AMNISTÍA INTERNACIONAL. Ejecución por inyección letal. Un cuarto de siglo de muertes por envenenamiento a manos del Estado, 2007, p. 5.
No hay comentarios:
Publicar un comentario