En la Plaza de las Naciones, delante de la delegación de la ONU en Ginebra (Suiza) –el mismo edificio que albergó la sede de la Sociedad de Naciones en el periodo de entreguerras– se levanta una singular escultura de tamaño monumental, de 12 metros de altura y 5,5 toneladas de peso; diseñada en madera de abeto Douglas por el artista ginebrino Daniel Berset, siguiendo el proyecto ideado por Paul Vermeulen (cofundador de la ONG Handicap International). Representa una silla rota a la que le falta una de sus cuatro patas. Esta organización humanitaria –fundada en 1982 para asistir a los refugiados camboyanos que habían perdido alguna de sus extremidades– la instaló, provisionalmente, el 18 de agosto de 1997, en el marco de la campaña que inició para que los Estados parte de las Naciones Unidas firmaran la Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción [la denominada Convención sobre la prohibición de minas antipersonales o Convención de Ottawa] que, finalmente, se adoptó en la capital canadiense el 3 de diciembre de 1997.
Pasada aquella fecha, la escultura permaneció en su lugar como símbolo, por un lado, en homenaje a las víctimas de las minas y otras armas explosivas y, por otro, para recordar a las delegaciones de los países el compromiso que asumieron al firmar la Convención de Ottawa; pero, en marzo de 2005, la Plaza de las Naciones se reformó y la «Silla rota» fue desmantelada. La presión popular y, en cierto modo, el destino, se confabularon para que en febrero de 2007 volviera a instalarse coincidiendo, esta vez, con las conferencias preparatorias de la Convención sobre municiones en racimo, hecha en Dublín el 30 de mayo de 2008. Aunque abandonó su ubicación inicial sobre el césped para situarse en el mismo eje que la avenida de los mástiles en la que ondean las banderas de los Estados miembro de la ONU.
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