A lo largo de la historia, los conflictos, ya sean guerras o levantamientos populares, se han producido a menudo como reacción a un tratamiento inhumano y a la injusticia. La Declaración de derechos inglesa de 1689, redactada después de las guerras civiles que estallaron en este país, surgió de la aspiración del pueblo a la democracia. Exactamente un siglo después, la Revolución Francesa dio lugar a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y su proclamación de igualdad para todos. Sin embargo, muy a menudo, se considera que el Cilindro de Ciro, redactado en el año 539 a.C. por Ciro El Grande del Imperio Aqueménida de Persia (antiguo Irán) tras la conquista de Babilonia, fue el primer documento sobre derechos humanos. En cuanto al Pacto de los Virtuosos (Hilf-al-fudul) acordado por tribus árabes en torno al año 590 d.C., es considerado una de las primeras alianzas de derechos humanos. Este sintético párrafo –que ha sido ampliamente divulgado por otras páginas de internet– forma parte de la sección “Historia de la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos” (DUDH) que podemos leer en el portal de las Naciones Unidas [*]; pero, ¿qué más sabemos de aquel pacto (en inglés: Alliance of the Virtuous)?
Se adoptó en La Meca (en la región de Hiyaz, actual Arabia Saudí), durante la etapa preislámica, el llamado periodo yahiliya (Jahiliyyah) en el que imperaba la idolatría y las leyes tribales [1]; recordemos que el arcángel Gabriel no se reveló a Mahoma hasta el siglo VII (el comienzo de la Revelación suele situarse en el año 610; dos décadas después de que se firmara este pacto).
Tras las Guerras Sacrílegas que enfrentaron a los Quraichíes [tribu árabe a la que pertenecía el profeta] con los Qaisitas, la situación que vivían los diversos clanes árabes que residían en la ciudad mequí era de incesantes peleas y conflictos (…). La guerra entre clanes era la norma más que la excepción, y algunos explotaban esto tratando de manera injusta a comerciantes y visitantes que no estaban protegidos por ningún tratado o acuerdo y no podían contar con ninguna alianza. Esto fue lo que le sucedió a un comerciante yemenita que visitaba la ciudad [según la tradición, procedía de Zabid]; le habían engañado, pero decidió no dejarlo pasar y apeló a la nobleza y dignidad de la tribu de los curaixíes para que le hicieran justicia [2].
El profesor Tariq Ramadan explica que fue Abdullah ibn Judan, jefe de la tribu de los Taym, quien decidió invitar a su casa a todos aquellos deseosos de justicia para poner fin a tan lamentable situación, estableciendo un pacto de honor y justicia que comprometería a las tribus más allá de las alianzas tribales, basadas en intereses políticos o comerciales. Jefes y miembros de numerosas tribus se reunieron y elaboraron una especie de pacto de honor y caballería. Estipularon que era su deber colectivo intervenir en los conflictos y ponerse de parte de los oprimidos contra los opresores, quienesquiera que éstos fueran (…). Este pacto, conocido con el nombre de hilf al-fudûl (el pacto de los Virtuosos), tenía la particularidad de colocar el respeto a los principios de justicia y apoyo a los oprimidos por encima de cualquier otra consideración de parentesco o de poder. El joven Muhammad [Mahoma tenía por aquel entonces 20 años], lo mismo que Abú Bakr [suegro del profeta] (…) participó en este encuentro histórico [ob. cit., p. 41].
Para este profesor suizo, la trascendencia de aquella alianza radica en el hecho de que Mahoma reconociera la validez de un pacto establecido por no musulmanes que buscaban la justicia y el bien común en el seno de su sociedad.
Citas: [1] GÓMEZ GARCÍA, L. Diccionario de islam e islamismo. Madrid: Espasa, 2009, p.354. RAMADAN, T. Muhammad: vida y enseñanzas del profeta del Islam. Barcelona: Kairos, 2009, p. 40.
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ResponderEliminarQue buena lectura
ResponderEliminarMuy interesante, gracias por compartirlo.
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