El 24 de junio de 1859, las tropas del emperador Francisco José de Austria y los ejércitos de la coalición formada por los reyes de Francia y Cerdeña se enfrentaron en una pequeña aldea del norte de Italia. En la batalla de Solferino lucharon cerca de 300.000 hombres por dominar aquellas tierras y 40.000 de ellos murieron en el intento. Un testigo de excepción de la contienda –probablemente, una de las más sangrientas del siglo XIX– fue el comerciante suizo Jean Henri Dunant que, con el tiempo, se convertiría en el creador del Derecho Humanitario Internacional. Conmovido por lo que había visto en el campo de batalla, en 1862 publicó sus impresiones en el libro Recuerdo de Solferino donde describió cómo había (…) montones de muertos en las colinas y en las barrancas. Austriacos y aliados se pisotean, se matan unos a otros sobre cadáveres que sangran, intercambian contundentes culatazos, se destrozan el cráneo, se destripan a sablazos o a bayonetazos; ya no hay cuartel, es una matanza, un combate de animales feroces, rabiosos y ebrios de sangre; incluso los heridos se defienden hasta las últimas posibilidades; el que ya no tiene armas agarrota la garganta de su adversario, a quien desgarra con los dientes. Tras lo cual se preguntó si: ¿no sería de desear que aprovechen la ocasión de esa especie de congreso [se refiere a las reuniones de personalidades del arte militar] para formular algún principio internacional, convencional y sagrado que, una vez aprobado y ratificado, serviría de base para Sociedades de socorro a los heridos en los diversos países de Europa? (…) La humanidad y la civilización requieren imperiosamente una obra como la aquí bosquejada.
La obra, que fue un verdadero éxito en su época, logró conmover a la sociedad y a los gobernantes europeos sobre la necesidad de formular algún principio internacional, convencional y sagrado que mitigara los efectos de las guerras, ya que parecía imposible poder evitarlas, y de establecer lo que el filántropo suizo denominó Sociedades de socorro para ayudar a los heridos.
Como resultado de su esfuerzo y con el apoyo de la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública y del Gobierno helvético, Dunant y otras cuatro personas -el general Guillaume-Henri Dufour, el abogado Gustave Moynier y los doctores Theodore Maunoir y Louis Appia [la llamada Comisión de los Cinco]- crearon la Cruz Roja en 1863 y, un año más tarde, el 22 de agosto de 1864, lograron que dieciséis países europeos se reunieran en su ciudad natal para formular el Convenio para el amejoramiento de la suerte de los militares heridos de los ejércitos en campaña; a partir de aquella pionera iniciativa, comenzó a gestarse el cuerpo jurídico de la Convención de Ginebra, formado en la actualidad por 4 convenios, 2 protocolos adicionales y cerca de 100 convenios internacionales de desarrollo con el objetivo básico de salvaguardar y proteger a las víctimas de los conflictos armados, aunando dos conceptos que, hasta ese momento, parecían irreconciliables: la guerra y el derecho.
Como resultado de su esfuerzo y con el apoyo de la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública y del Gobierno helvético, Dunant y otras cuatro personas -el general Guillaume-Henri Dufour, el abogado Gustave Moynier y los doctores Theodore Maunoir y Louis Appia [la llamada Comisión de los Cinco]- crearon la Cruz Roja en 1863 y, un año más tarde, el 22 de agosto de 1864, lograron que dieciséis países europeos se reunieran en su ciudad natal para formular el Convenio para el amejoramiento de la suerte de los militares heridos de los ejércitos en campaña; a partir de aquella pionera iniciativa, comenzó a gestarse el cuerpo jurídico de la Convención de Ginebra, formado en la actualidad por 4 convenios, 2 protocolos adicionales y cerca de 100 convenios internacionales de desarrollo con el objetivo básico de salvaguardar y proteger a las víctimas de los conflictos armados, aunando dos conceptos que, hasta ese momento, parecían irreconciliables: la guerra y el derecho.
Koen Edward | Henry Dunant (s/f) |
Lamentablemente, aunque Dunant llegó a ganar el Premio Nobel de la Paz en 1901, murió sólo en un sanatorio; enfermo, arruinado y lo que es peor, olvidado por todos en la más completa indiferencia; pero, gracias a su iniciativa, el interés humanitario pasó a ser protegido convencionalmente de forma permanente, general y con vocación universal a partir de 1864 [TORROJA MATEU, H. La asistencia humanitaria en la Organización de las Naciones Unidas. Fundamentos y perspectivas actuales. Barcelona: Atelier, 2004, p. 53].
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