Sí, aunque -curiosamente- la respuesta es más antropológica que jurídica. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los bosquimanos (también llamados: san o kung), un pueblo nómada de cazadores y recolectores que habita en el desierto del Kalahari –entre Namibia y Botsuana, al suroeste de África– desde hace más de 20.000 años. En esta sociedad no hay leyes escritas; carecen de tribunales de justicia y de cárceles y, sin embargo, han logrado subsistir porque concurren tres circunstancias concretas:
1º) Se trata de grupos pequeños que viven en chozas con las puertas abiertas formando un círculo, donde todos se conocen en la aldea y, por lo tanto, la opinión pública puede ejerce suficiente presión como para controlar a todos sus integrantes;
2º) La sociedad se organiza en clanes unidos por una relación de parentesco, con lo que todos saben perfectamente cuáles son sus necesidades e intereses; y
3º) No existen desigualdades acusadas entre unos y otros miembros porque todos tienen acceso, básicamente, a la misma propiedad colectiva; además, por su estilo de vida nómada, apenas tienen enseres que lastren sus desplazamientos. Aún así, esta escasez de bienes tampoco está reñida con la posesión de ciertos efectos personales –como armas o adornos– que el grupo respeta y nadie toca sin el consentimiento de su dueño.
Entonces, ¿cómo resuelven los conflictos cuando, por ejemplo, dos cazadores reclaman cobrar una misma pieza? Aunque resulte difícil de asumir para nuestra mentalidad occidental, el clan se reúne para resolver el litigio –a modo de tribunal– y escucha cantar a las dos partes. En este duelo de canciones deben insultar al adversario y cuanto más ocurrente y creativa sea la chanza, más se reirán los miembros de la tribu y, por lo tanto, el cantante tendrá más posibilidades de que se le dé la razón. En este caso, lo importante no es decir la verdad o demostrar la culpabilidad del otro ni tan siquiera ver quién de los dos contrincantes tiene la razón sino ganarse a todos los miembros del grupo kung para que sus pretensiones individuales tengan una respuesta colectiva.
Este duelo de canciones es, probablemente, una de las formas más curiosas de impartir justicia. Una práctica que también se viene dando entre los esquimales del Ártico, los aborígenes de Australia y Nueva Zelanda y algunas tribus indias de los Estados Unidos y Canadá (como los lakotas o la nación de los kwanlin Dün, respectivamente) donde aún se resuelven los conflictos de la comunidad reuniéndose en círculos de sentencia (circle sentencing).
Salvo estas contadas excepciones, lo cierto es que la evolución del ser humano, a lo largo de la Historia, ha hecho necesario que el Derecho surgiera como única manera de establecer unas reglas de convivencia.
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