La Ley Fundamental de Bonn –como suele denominarse a la Constitución alemana (Grundgesetz) de 1949– estableció un Consejo Federal donde se encuentran representados los dieciséis estados federados (Länder) del país (Arts. 50 a 53; Cámara de Representación Territorial que, en alemán, se denomina Bundesrat) y una Dieta Federal (Arts. 38 a 48; el Bundestag o parlamento elegido directamente por los alemanes).
Tras la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 y la posterior reunificación de las dos alemanias (Federal y Democrática), en 1991 se decidió que el Parlamento se trasladara desde la Bundeshaus de Bonn hasta la antigua sede histórica del Reichstag (aquella Dieta Imperial inaugurada en 1894 y que ardió en 1933, en pleno apogeo de Hitler) en Berlín, por una escasa mayoría de apenas 18 votos de margen (338 a favor frente a 320 en contra). Desde septiembre de 1999, la renovada sede parlamentaria, situada a escasos metros de la Puerta de Brandemburgo, se ha convertido en uno de los nuevos signos de identidad de la capital.
Con más de 3.000.000 de visitantes al año, el Bundestag es el parlamento que atrae a un mayor número de turistas de todo el mundo. Las colas pueden extenderse por la Platz der Republik frente a la fachada principal presidida por seis columnas bajo el lema del frontispicio Dem deutschen volke (Al pueblo alemán) hasta lograr acceder a los ascensores que suben a la enorme cúpula de cristal de 1.200 toneladas que sir Norman Foster diseñó sobre la tercera planta para cubrir el hemiciclo donde se reúnen los 614 diputados. Ese salón de plenos, situado bajo la cúpula, está presidido por un águila de aluminio –al que los berlineses llaman la gallina– que mide casi 60 m² y pesa dos toneladas y media.
En cuanto a sus funciones, el corazón de la democracia alemana, básicamente, elige al Canciller Federal (el Jefe de Gobierno que, en estos momentos, es Angela Merkel), ejerce la potestad legislativa (teniendo la iniciativa para dictar leyes) y controla al Gobierno (en especial, lleva a cabo el control presupuestario).
Una de las modalidades de votación más curiosas del Bundestag es el Salto del Carnero. Cuando los diputados deben votar a mano alzada y el presidente de la Cámara no se pone de acuerdo con el resto de la mesa sobre el resultado de la votación, se hace salir a todos los parlamentarios y que, a continuación, vuelvan a entrar en el salón de plenos por una de las tres puertas habilitadas al efecto –que representan al sí, el no y la abstención– donde los secretarios los irán contando de uno en uno. Antiguamente, estas puertas estaban decoradas con un cuadro que representaba a Polifemo, el cíclope de la mitología griega, contando a su rebaño de carneros, entre los que se escapaban disfrazados Ulises y sus compañeros de odisea; de ahí el nombre de este curioso sistema.
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