Según consta en la decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, [caso Werner Hermann Thiermann y otros contra Noruega, de 8 de marzo de 2007 (nº 18712/03)], todos los solicitantes –más de un centenar de personas agrupadas en cuatro grandes demandas– nacieron durante la ocupación de Noruega por las tropas nazis, en plena II Guerra Mundial, hijos de madre noruega y padre alemán; y muchos de ellos formaron parte del denominado Programa «Lebensborn» [fuente de vida] creado por Heinrich Himmler en 1935, con el fin de cuidar a las madres e hijos que, desde un punto de vista genético, se considerasen valiosos; de modo que a las jóvenes «racialmente puras» se les ofrecía la posibilidad de dar a luz a su bebé en secreto y entregárselo a las Schutzstaffel [las SS] para que esta organización velara por su educación y adopción. Se calcula que, entre finales de 1940 y mayo de 1945, nacieron de este modo en Noruega unos 10.000 o 12.000 «niños de la guerra» (krigsbarn).
Al finalizar el conflicto armado, muchas de aquellas madres y sus hijos fueron marginados durante la postguerra no solo por sus compatriotas, que los miraban con recelo, sino por el propio gobierno noruego [por ejemplo, el 9 de julio de 1945, el Ministerio de Asuntos Sociales llegó a nombrar un Comité de Niños de la Guerra (krigsbarnutvlaget) para revisar si era conveniente deportarlos a Alemania aunque, finalmente, se descartó esta posibilidad].
Según los solicitantes, las autoridades de su país fueron responsables de haber contribuido, de manera tanto activa como pasiva, a que sufrieran discriminación, hostigamiento y ostracismo a lo largo de su vida en un entorno social que los maltrató de forma despectiva.
La primera vez que el Gobierno de Oslo les pidió disculpas fue con ocasión del discurso de Año Nuevo que pronunció el Primer Ministro, Kjell Magne Bondevik, el 1 de enero de 2000: (…) No podemos dejar pasar el cambio de siglo sin tomar en cuenta la injusticia sufrida por muchos niños de la guerra durante la posguerra. En nombre del Estado de Noruega me gustaría pedir disculpas por la discriminación y la injusticia a que fueron sometidos.
Aun así, los demandantes decidieron acudir a Estrasburgo para solicitar una indemnización del Estado, alegando que Noruega había violado los Arts. 3, 8 y 14 del Convenio Europeo de los Derechos Humanos que entró en vigor en Noruega el 3 de septiembre de 1953.
Esta fecha es importante porque todas las demandas –que, según el TEDH se presentaron de manera especialmente sucinta, con escasos detalles sobre el momento y el lugar de sus experiencias traumáticas y, a menudo, sin información específica sobre las instituciones públicas en cuestión o la identidad de los perpetradores individuales del presunto abuso– se referían a decisiones políticas y disposiciones anteriores a aquel año; es decir, cuando el CEDH aún no estaba en vigor en este país escandinavo y nada indicaba que, a partir de entonces, Noruega hubiera llevado a cabo alguna acción contraria a la Convención que afectara a los derechos de los demandantes.
Asimismo, la Corte consideró que para denunciar las supuestas experiencias de acoso y abuso, los afectados no habían agotado los recursos internos previos antes de acudir a la jurisdicción internacional, por todo lo cual, su petición fue desestimada.
Once años más tarde, aunque el Tribunal Europeo había dado la razón a las autoridades noruegas, el Gobierno de Oslo volvió a pedirles perdón. Ocurrió el 17 de octubre de 2018, durante un acto para conmemorar el 70º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuando su Primera Ministra, Erna Solberg, les pidió disculpas [Offisiell unnskyldning til «tyskerjentene» (*)]:
(…) ¿Cómo tratamos al enemigo que habíamos derrotado? ¿Cómo tratamos a los que habían traicionado a su país? Y, ¿cómo tratamos a las mujeres que habían mantenido relaciones con soldados enemigos en nuestro país durante la ocupación? La paz que llegó el 8 de mayo de 1945 no fue disfrutada por todos. En el período que siguió a la liberación de Noruega, muchas niñas y mujeres noruegas a las que se acusó de haber mantenido relaciones con soldados alemanes fueron tratadas con desprecio (…). Al haberse entregado voluntariamente al enemigo, muchas personas sintieron que aquellas niñas y mujeres habían regalado algo que no era solo suyo; sino que también pertenecía a la nación. Por eso habían traicionado a su país. En un contexto bélico, las relaciones cercanas con el enemigo, como las que tenían estas mujeres y niñas, eran mal vistas (…). Los niños han soportado la carga de la forma en que fueron juzgadas sus madres. La vergüenza y el secreto han sido parte del precio que han tenido que pagar.
(…) Ahora hemos revisado de nuevo cómo cumplieron con sus obligaciones las autoridades noruegas bajo el Estado de Derecho. Nuestra conclusión es que las autoridades noruegas violaron el principio fundamental de que toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público.
En agosto de 1945, las autoridades modificaron la Ley de ciudadanía para permitir deportar a las mujeres que se habían casado con alemanes después del 9 de abril de 1940. Violando la Constitución, esta enmienda tuvo efecto retroactivo. Cuando se consideran a la luz de los principios fundamentales del Estado de Derecho, el tratamiento que recibieron estas mujeres es claramente inaceptable. Sobre esta base, hoy me gustaría pedir disculpas, en nombre del Gobierno, por la forma en que las autoridades noruegas trataron a las niñas y mujeres que tuvieron relaciones con soldados alemanes durante la II Guerra Mundial. Esta disculpa ha tardado mucho en llegar.
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