viernes, 8 de enero de 2021

La petición por el derecho al sufragio femenino de 1893

Como han investigado los profesores Nile y Clark; (…) A principios del siglo XX, Australia y Nueva Zelanda eran líderes mundiales en progreso democrático. El sufragio para todos los hombres se había introducido en la década de 1850, y el voto se había extendido a las mujeres en la década de 1890 (Nueva Zelanda fue la primera en hacerlo, en 1893). Esto estaba muy por delante de su tiempo –las mujeres en los Estados Unidos y Gran Bretaña no conseguirían el sufragio hasta la década de 1920 [de hecho, recordemos que, antes de la I Guerra Mundial, las mujeres solo podían votar en cuatro países de todo el planeta: la propia Nueva Zelanda, Australia (desde 1902), Finlandia (1906) y Noruega (1913)]– y aunque esto puede parecer una contradicción en unas sociedades tan masculinamente dominadas, es una medida del agudo sentido de la justicia social que prevaleció en aquella época, y de la fuerza de carácter de las mujeres sufragistas [1].

Aquella pionera iniciativa fue posible por la confluencia de diversos factores: el elevado nivel formativo de las mujeres neozelandesas (no solo en educación primaria o secundaria sino también universitaria), su rápida incorporación al mundo laboral con empleos remunerados en las fábricas y en la Administración que permitieron su emancipación; la existencia de movimientos reformistas como la Woman's Christian Temperance Union (WCTU) liderado por la sufragista Katherine Sheppard; y, por último, el hecho de que Nueva Zelanda fuese una sociedad tan joven favorecía la aprobación de medidas igualitarias –al considerar ilógica e injusta la exclusión política de las mujeres– mientras que en otras naciones esa propuesta habría chocado con la mentalidad decimonónica imperante en el resto del mundo.

Cien años más tarde, en 1997, el Gobierno de Wellington recomendó a la UNESCO que incluyera la 1893 Women's Suffrage Petition en el Registro de la Memoria del Mundo, como patrimonio documental, basándose en que: La Petición de 1893 por el derecho al voto de las mujeres condujo a que Nueva Zelandia [en el sistema de Naciones Unidas, al igual que en muchos países de Hispanoamérica, esta nación oceánica se denomina así] fuera el primer Estado autónomo del mundo donde las mujeres conquistaron el derecho de sufragio. Fue firmada por casi una cuarta parte de la población adulta de sexo femenino, y en su época constituyó la mayor petición de esa clase suscrita en Nueva Zelandia y otros países occidentales (*).

Margriet Windhausen  | Kate Sheppard National Memorial (1993)


Es decir, cuando en 1893 aquella petición popular llegó a la Cámara de Representantes neozelandesa contaba con el respaldo de más de 23.000 firmas en un documento único integrado por 546 hojas de papel, unidas una tras otra para conformar un rollo continuo que medía 274 metros de largo. Tras los fracasos de las anteriores peticiones de 1891 y 1892, finalmente, el poder legislativo reformó la Electoral Act el 19 de septiembre de 1893 para que, en la siguiente cita con las urnas, el 28 de noviembre, las mujeres ya pudieran ejercer su derecho al sufragio por primera vez en la Historia.

Cita: [1] NILE, R. y CLERK, C. Australia, Nueva Zelanda y Pacífico Sur. Barcelona: Folio, 2007, p. 184.

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