Tal día como hoy, pero hace 198 años, el Prefecto del Sena, Gilbert J. Gaspard, conde de Chabrol, recibió al rey Luis XVIII en París, dándole la bienvenida con un breve discurso en el que afirmó: Sire, cent jours se sont écoulés depuis le moment fatal où Votre Majesté, forcée de s’arracher aux affections les plus chères, quitta la capitale au milieu des larmes et de la consternation publique (que podría traducirse así: Sire, han transcurrido cien días desde el aciago momento en que Su Majestad, obligada a luchar contra sus más queridos deseos, se vio obligada a dejar la capital en medio de lágrimas y la consternación pública). Aquellos 100 días que mencionó Chabrol se referían al periodo de tiempo comprendido entre el 20 de marzo de 1815 –cuando Napoleón regresó a la capital francesa procedente de su exilio en la isla de Elba– y el 28 de junio de 1815 en que se restauró la monarquía de los Borbones tras la derrota de Bonaparte en la batalla de Waterloo (que había ocurrido diez días antes), propiciando el retorno del monarca a su trono.
Aunque el origen de esta conocida expresión es europeo, fueron los americanos quienes la popularizaron a raíz de la frenética iniciativa legislativa que desarrolló el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt en los primeros cien días de su gobierno, durante la primavera de 1933. Desde entonces, esta locución se atribuye a todos los gobernantes que son elegidos para acceder a un cargo, como margen de cortesía para que puedan iniciar su actividad y se deje notar la impronta de su programa político.
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