viernes, 8 de octubre de 2021

La reglamentación de las justas náuticas del Languedoc

El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua incluye tres acepciones para definir la palabra “justa”: 1. Pelea o combate singular, a caballo y con lanza. 2. Torneo o ejercicio a caballo en que se acreditaba la destreza en el manejo de las armas. 3. Competición o certamen en un ramo del saber. Si exceptuamos este último significado, vinculado por ejemplo con las justas poéticas, los otros dos forman parte del imaginario colectivo que representa a la Edad Media: los trompeteros anunciando la llegada de los caballeros con sus escuderos y pajes al campo de combate, frente a la tribuna de nobles que juzgaban su destreza y el rey de armas que velaba porque la lucha se llevara a cabo cumpliendo con las reglas ceremoniales. Curiosamente, de las dos primeras acepciones del DRAE también se deduce que, por el empleo de caballos, al menos en España, las justas se celebraron tan solo en tierra firme mientras que en otros lugares de Europa también han existido las justas náuticas (como aún sucede, por ejemplo, en Austria, Alemania, Bélgica o Suiza, en los cauces de los ríos Elba, Neckar, Danubio, Rin o Meno; y, sobre todo, en Francia).

De hecho, el Dictionnaire Larousse coincide con el DRAE en incluir tres acepciones de la voz joute (justa) y si también descartamos las joutes littéraires, como ocurrió en el caso español, sus otros dos significados se refieren a: 1. Combat à cheval et à la lance, d'homme à homme, auquel la noblesse guerrière du Moyen Âge se livrait par plaisir [Combate a caballo y lanza, de hombre a hombre, en el que la nobleza guerrera de la Edad Media luchaba por placer]; y 3) Activité sportive où deux adversaires, debout chacun sur l'arrière d'un bateau, cherchent, au moment où les embarcations se croisent, à se faire tomber à l'eau au moyen d'une longue perche munie d'un tampon. Esa actividad deportiva donde se busca derribar al oponente del otro barco para que se caiga al agua se refiere a las justas náuticas.


Aunque se tiene constancia documental de que esta modalidad de combate acuático existió desde la Antigüedad hasta el siglo I d.C. en Egipto, Grecia o Roma (las naumaquias se concebían como grandes recreaciones de batallas navales organizadas por el emperador en el Coliseo), lo cierto es que estos espectáculos apenas se volvieron a celebrar hasta el siglo XII y solo recuperaron su esplendor a partir del XVI y XVII (por ejemplo, con el torneo que se representó en Lyon el 13 de abril de 1507 en honor de la reina consorte de Francia, Ana de Bretaña; o con la fundación de la ciudad de Sète el 29 de julio de 1666, a instancias del Rey Sol).

Como deporte, la «joute nautique» obtuvo su reconocimiento oficial en 1960 y ya a finales de 1964 se estableció la «Fédération Française de Joutes et Sauvetage Nautique» que el gobierno francés reconoció en 1971; asimismo, desde 2012, se inscribieron en el inventaire du patrimoine culturel immatériel de Francia. Hoy en día, la FFJSN reúne a más de ochenta «Sociétés de Joutes», dirigidas por una «Commission administrative», que organizan sus campeonatos en cuatro ligas: Loira Norte-Picardía, Ródano-Alpes, PACA (Provenza-Alpes-Costa Azul) y Languedoc.


Centrándonos en el método languedociano, en esta región histórica de la actual Occitania –tras la nueva delimitación territorial de 2015, situada al Suroeste de Francia– las competiciones se celebran en dos departamentos del litoral mediterráneo; en los municipios de Palavas-Les-Flots, Balaruc Les Bains, Frontignan, Sète, Mèze, Marseillan, Agde y Béziers en Hérault y en Le Grau du Roi en Gard. Una tradición marítima que conserva sus propios códigos, su propio vocabulario, sus propios rituales, su propia música, como afirma el Ayuntamiento de Sète (*).

El desarrollo de las «joutes languedociennes» se ha regulado por distintos reglamentos (de 1747, 1905, 1963, 1966…) y, en la actualidad, tanto sus aspectos técnicos como disciplinarios o la celebración de las ligas y del Campeonato y la Copa de Francia se encuentran en el «Règlement» adoptado en mayo de 2006 donde se contempla desde el uniforme blanco de los remeros (sin patrocinadores ni publicidad) hasta las obligaciones de los timoneles, pasando por el nombramiento de los tres miembros del jurado que arbitran los torneos, las cuatro categorías en que se compite [«juniors», «seniors», « moyens» o «lourds» en función de la edad y el peso de los remeros] o las causas para descalificar a las embarcaciones.


Básicamente, se trata del enfrentamiento de dos barcos –uno de color blanquiazul y otro blanquirrojo– integrados por 8 o 10 remeros federados, con licencia de la FFJSN; un timonel [«timonier patron»] y dos músicos que, como en las galeras, marcan el ritmo con un tambor y un oboe. En la popa de la nave se levanta la tintaina [«tintaine»], una plataforma que se eleva de 2 a 3 metros sobre el nivel del agua en la que se sitúa el «jouteur» portando un escudo de madera de 40 x 70 cm. y una lanza de 2,80 m. que debe enarbolar, en posición de estocar a su oponente, cuando la otra nave se acerca (de forma análoga a los nobles medievales que espoleaban a sus caballos para envestir al adversario y desmontarlo de la cabalgadura para que mordiese el polvo del campo de combate, de donde procede esta coloquial expresión). Tras la ronda clasificatoria, gana el torneo el último «jouteur» que logre mantenerse en pie sobre la tintaina.

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